

Aunque hoy recordamos a Misión: Imposible como una franquicia cinematográfica multimillonaria, su origen se remonta a un creador singular: Bruce Geller, un hombre tan brillante como reservado. Su carrera estuvo marcada por la mezcla de teatro, música y un amor por el suspenso, que terminó dando forma a uno de los mayores éxitos de la televisión.
Geller, graduado de Yale, comenzó su carrera escribiendo y produciendo musicales, aunque no logró brillar en Broadway. Su talento, encontró su verdadero cauce en la televisión, donde se obsesionó con el espionaje y las tramas de agentes secretos que estaban tan de moda en los años 60. Así nació el concepto de “Misión: Imposible”.
Pero no fue fácil. Su primer guion fue rechazado varias veces por considerarse demasiado complicado para la televisión de la época. Sin embargo, la perseverancia de Geller ganó la batalla, y su serie terminó siendo todo un hito, conocida por sus argumentos ingeniosos, su música inconfundible y la inolvidable secuencia inicial con las instrucciones autodestructivas.

Pese a su enorme éxito como creador, Geller nunca fue un rostro público. Tan solo dirigió un episodio de la serie, fue el primer episodio de la segunda temporada, “The Widow”, emitido el 10 de septiembre de 1967; antes de ceder por completo el rol de director. Era un perfeccionista, pero también un hombre que prefería la discreción: dejó que sus historias hablaran por él.
El icónico comienzo de cada episodio de «Misión: Imposible» con el audio: “Good morning, Mr. Phelps” (Buenos días, Señor Phelps) y las instrucciones que se autodestruyen, lo sacó Geller de la fascinación por los agentes secretos y la parafernalia de espionaje que estaba de moda en los 60, pero también de su amor por los inicios teatrales impactantes.
El final de su vida fue tan abrupto como uno de sus guiones: el 21 de mayo de 1978, murió pilotando su propio avión, a los 47 años. Su muerte le dio un aire todavía más enigmático a un hombre cuya mente maquinaba tramas tan vertiginosas como las que nos siguen fascinando hasta hoy.
Así, Bruce Geller pasó a la historia como el creador que encendió la mecha de un fenómeno que sigue vivo en el cine y la televisión. Su obra nos recuerda que, a veces, las misiones imposibles son las más apasionantes.
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