Punto de inicio

El propósito de esta serie de artículos es por una parte, relatar y compartir con un poco de humor una serie de historias, datos, anécdotas y divertidas travesuras que viví desde mi infancia y hasta la juventud en los antiguos cines a que asistía en el primer cuadro de la ciudad de Monterrey, NL, México, a los que cariñosamente llamo LOS PALACIOS DEL CINE DE MONTERREY, durante las décadas comprendidas entre los finales de los años 50 y principios de los 80.

El perímetro que cubre esta investigación es el siguiente:

Al Norte: La Calzada Francisco I. Madero; al Oriente la calle de Félix U. Gómez; al Sur la Ave. Constitución, y al Poniente la Ave. Venustiano Carranza.

NO pretendo hacer una presentación exhaustiva sobre TODOS los cines y terrazas que estuvieron en operación durante ese período, sino sobre aquellos que conocí y visité como asiduo parroquiano.

Por otra parte, quiero en esta primera etapa y de una manera verídica, precisa, fidedigna, confiable y verificable, rescatar y aportar al acervo de la comunidad neolonesa un registro de cada una de estas salas cinematográficas confirmando su ubicación y dirección postal exacta, estilo arquitectónico, su fecha de inauguración, la película inaugural, autoridades, celebridades y artistas invitados que asistieron a la misma y características distintivas; los dueños originales y la empresa o cadena que operaba inicialmente cada sala.

Espero que los curiosos, los estudiantes y el público de todas las generaciones recuerden o conozcan los cines unitarios de Monterrey (los que contaban con una sola sala de proyección, generalmente enorme) y que precedieron a los modernos complejos de multi cinemas de hoy en día, y que fueron importantes centros de cultura, socialización, entretenimiento y expresión artística.

Lamentablemente nuestra cultura poco o nada apoya la investigación seria y esto conlleva entre otras cosas que lo poco que se sabe y se publica hoy en el Internet y las Redes Sociales, con frecuencia sea erróneo, inexacto o incompleto. Peor aún, la mala costumbre del “Copy, paste” agrava y disemina los errores en varios sitios más. Lastimosamente hasta hay libros con información equivocada que incluso confunden teatros y ubicaciones, como la calle Zaragoza con la Calle Escobedo conocida en los 30s como Calle del Teatro.

Los libros impresos físicamente en papel o materiales similares tienen su lugar inamovible en la historia, el conocimiento y la cultura y muy probablemente siempre se seguirán editando aunque sea en menor número de ejemplares; sin embargo las versiones digitales tienen también sus virtudes y encantos, una de ellas es la facilidad de poder editar el contenido en cualquier momento sea para agregar, corregir, actualizar o eliminar datos y casi siempre sin mayor complicación, mientras que en las versiones impresas esto resulta impráctico y demasiado costoso. De ahí que este trabajo en su versión en línea está en proceso de actualización permanente según encuentre nueva información que deba sumarse al contenido.