El martes 1 de mayo de 1973 ¡Hace ya 50 años! en Monterrey esto era lo que exhibían los cines de la ciudad…
Aprovechando el día festivo ¿Qué película irías a ver?…
Creo que yo iría a ver la mexicana MECÁNICA NACIONAL y me prepararía para ver el fin de semana para ir al MONTOYA para gozar de EL VIOLINISTA EN EL TEJADO.
Agradezco al periódico EL PORVENIR que me facilite el acceso a las imágenes de su Hemeroteca Digital.
En una atmósfera espeluznante, relata una escalofriante historia de fantasmas en la campiña británica, elegantemente elaborada y con Deborah Kerr en su mejor momento. Considerada como una de las mejores películas de fantasmas del cine mundial.
Título original: The Innocents
País de origen: Reino Unido
Duración: 99 min.
Fechas de estreno: En el Reino Unido el 24 de noviembre de 1961 (Premiere en Londres); En los Estados Unidos, el 15 de diciembre de 1961. En México se estrenó con el título de POSESIÓN SATÁNICA el 9 de agosto de 1962 en el cine Internacional de la Cd. de México donde permaneció por dos semanas en cartelera. En España se tituló como SUSPENSE y se estrenó el 3 de octubre de 1963.
Poster latinoamericanoPoster españolPoster original inglésDeborah Kerr en Posesión satánicaDeborah Kerr, Pamela Franklin y Martin StephensDeborah Kerr
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Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños. Basada en la novela de Henry James «Otra vuelta de tuerca». (FILMAFFINITY)
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CURIOSIDADES…
En un artículo de USA Today (22 de agosto de 2011), Guillermo del Toro eligió ésta como una de sus seis «películas de miedo» favoritas.
Esta película –THE INNOCENTS– a menudo se ubica, junto con THE UNINVITED(En México y Argentina: «El mandato del otro mundo»; en España «Los intrusos») de 1944 y THE HAUNTING de 1963 (En México, «La mansión de los espectros»; Argentina, «La casa embrujada» y en España, «La mansión encantada») como una de las tres mejores «películas de fantasmas» de todos los tiempos. Los tres se hicieron en blanco y negro y tienden a basarse en el terror psicológico más que en el horror gráfico.
Se dice que Deborah Kerr consideró esta como su mejor actuación.
El productor y director Jack Clayton no quería que los niños estuvieran expuestos a los temas más oscuros de la historia, por lo que nunca vieron el guion completo. A los niños se les entregaban sus páginas el día anterior a la filmación.
Una fotografía excepcional y un extraordinario Diseño de Producción.
País de origen: Los Estados Unidos de Norteamérica
Fechas de estreno: USA, 5 de diciembre de 1963. En México se estrenó el 30 de julio de 1964 en los cines Variedades y Polanco donde se exhibió con éxito durante siete semanas. En España el 27 de abril de 1964. En Argentina el 25 de marzo de 1964.
Duración: 113 min.
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Tras pasar unas vacaciones en una estación de esquí donde ha conocido a Peter Joshua (Cary Grant), Reggie Lampert (Audrey Hepburn) va a pedir el divorcio a su marido. Pero cuando llega a París descubre que éste ha sido asesinado y su apartamento está vacío. En la embajada americana le informan de que su marido, junto a otros cómplices, habían robado un cuarto de millón de dólares al gobierno de los Estados Unidos. El dinero ha desaparecido y todos creen que lo tiene Reggie. Peter le ofrece su ayuda pero, a medida que los cadáveres aumentan, para Reggie cada vez es más difícil saber en quién puede confiar. (FILMAFFINITY)
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CURIOSIDADES DEL IMDB:
Se acordó que Cary Grant mantendría toda su ropa puesta en la escena de la ducha, ya que tenía casi sesenta años y un poco de sobrepeso. Sin embargo, luego todos coincidieron en que la escena era más divertida de esa manera.
Después de terminar esta película, se citó a Cary Grant diciendo: «Todo lo que quiero para Navidad es hacer otra película con Audrey Hepburn«. Aunque esto nunca sucedió, a Grant se le ofreció el papel de Higgins en My Fair Lady (Mi bella dama | 1964) y solicitó a Hepburn como su coprotagonista en Father Goose (Papá Ganso | 1964).
Fecha de estreno en Londres: 2 de septiembre de 1949. En los Estados Unidos de Norteamérica, Premiere en Nueva York, el 1 de febrero de 1950. En México se estrenó el 14 de septiembre de 1950 en los cines Chapultepec y Orfeón de la Cd. de México donde se mantuvo con éxito en cartelera por seis semanas. En España su estreno fue el 8 de abril de 1950.
Nueva versión del cartel en españolPoster originalPoster original en españolUna de las secuencias clásicasUna cinematografía espectacularAlida Valli y Joseph CottenJoseph CottenAlida ValliOrson WellesHaz Clic sobre cualquier imagen para acceder a la galería
Sinopsis: Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena calle. El jefe de la policía militar británica le hace saber a Martins que Lime estaba gravemente implicado en el mercado negro. Pero a Martins no le cuadra un detalle: todos dicen haber visto a dos hombres en el lugar del atropello intentando ayudar a Lime, pero un testigo asegura haber visto a un tercer hombre… Adaptación de la novela homónima de Graham Greene. (FILMAFFINITY)
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Hay muchos ángulos oblicuos en la película, donde la cámara está inclinada para que la línea del horizonte no sea horizontal, para dar una sensación de incomodidad e inquietud (en la teoría cinematográfica, estos se llaman ángulos holandeses). Después de ver la película, el famoso director William Wyler, amigo de Carol Reed, le envió un nivel de burbuja con una nota: «Carol, la próxima vez que hagas una película, pon el nivel encima de la cámara, ¿quieres?».
La película más popular en el Reino Unido en 1949.
En Viena, la película tiene un espacio permanente en uno de sus cines más antiguos. Se exhibe tres veces por semana en el famoso «Burgkino«.
Orson Welles dijo que cuando aceptó interpretar a Harry Lime, le ofrecieron un salario fijo o un porcentaje de las ganancias. Welles eligió el salario, pero luego se arrepintió porque la película se convirtió en un gran éxito de taquilla, el porcentaje finalmente valía mucho más que el salario.
(Sgt. Paine) played James Bond’s superior M in the first eleven Bond films from (1962) to (1979) while (British Military Policeman in Sewer Chase) succeeded him in the role in
La primera producción británica que se rodó mayormente en exteriores. Con su preferencia por locaciones reales y gente local real como extras, también es el primer intento británico del estilo neorrealista que directores italianos como Luchino Visconti y Roberto Rossellini estaban haciendo tan populares en ese momento.
Inicialmente cauteloso con la música de Anton Karas, el productor David O. Selznick envió el siguiente telegrama a su vicepresidente desde Londres. «25 de noviembre de 1949. TELEGRAM a Daniel T. O’Shea [Vicepresidente Ejecutivo, Selznick Productions]. … No puedo comenzar a contarles la sensación causada por la música de cítara de Karas en The Third Man. Es un furor en Inglaterra y ya ha vendido más discos que cualquier otro disco en toda la historia del negocio discográfico en Inglaterra. Es la música de baile más tocada en Inglaterra… Los anuncios aquí la anuncian como ‘Escucha el Harry Lime Theme‘, etc. de esas impredecibles, tremendas sensaciones que no espero que entienda ninguno de ustedes que no haya estado aquí. Artículos periodísticos y editoriales totalmente ajenos, incluso sobre política, se refieren constantemente a él. Inevitablemente, este éxito se repetirá en Estados Unidos si estamos preparados para ello. Podemos hacer una fortuna con esta música. Saludos, David». Cuando Selznick estrenó la película en los Estados Unidos, en febrero de 1950, el tema de Harry Lime ya era una sensación. Aprovechó esto al incluir el eslogan, «Con la partitura de la famosa cítara de Anton Karas… ¡Te hará vibrar con su cítara!» en la campaña publicitaria y los tráileres (avances).
Una noche, después de filmar a Trevor Howard, que interpretaba a un coronel del ejército británico, se mantuvo con el uniforme puesto y se fue de bar en bar seguido por agentes de policía que, debido a su apariencia de alto rango, no se atrevieron a intervenir. Eventualmente, sin embargo, decidieron arrestarlo, pero cuando Trevor les dijo que no era un oficial sino un actor disfrazado, lo arrestaron por hacerse pasar por un oficial. La gente de producción y Carol Reed tuvieron que usar toda su influencia y tacto para que lo liberaran. Trevor simplemente se encogió de hombros diciendo que quería un cambio de ritmo y ciertamente lo consiguió.
«Una leyenda del cine (…) Elegida en 1999 como la mejor aportación británica a la historia del cine. Es eso, y con mayúscula: pura historia, resultado de un genial cruce de azares»
En México se estrenó el 23 de junio de 1939 en el cine Rex de la Cd. de México con un éxito de taquilla que la mantuvo en exhibición por cinco semanas. En USA, se estrenó el 10 de junio de 1939.
Sinopsis: El emperador Maximiliano (Brian Aherne) llega a México para instaurar un gobierno imperial y tropieza con la oposición, primero oculta y después abierta, de Benito Juárez (Paul Muni). Maximiliano es un idealista que ha sido víctima de la astucia de Napoleón III (Claude Rains). El emperador cree realmente en las ventajas del sistema monárquico, mientras que Juárez lucha apasionadamente por la república. Cuando Francia retira su apoyo, la emperatriz Carlota (Bette Davis) viaja a implorarle su ayuda a Napoleón III. (FILMAFFINITY).
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Versión original con subtítulos
Versión doblada al castellano
Premios
1939: 2 nominaciones al Oscar: Mejor actor secundario (Brian Aherne), fotografía (B&N)
TRIVIAS DEL IMDB:
Se realizó una amplia investigación para dar a la película la mayor precisión histórica posible. Los escritores tenían una bibliografía de 372 libros.
El director de arte Anton Grot realizó 3,643 bocetos a partir de los cuales se prepararon 7,360 planos para escenarios exteriores e interiores.
Se construyó un pueblo mexicano completo en el rancho de Warner Bros. en el Valle de San Fernando.
Debido a que la película muestra que muchos de los generales de Maximiliano son mexicanos, muchos espectadores lo atribuyen a las típicas distorsiones históricas de Hollywood. Es, sin embargo, un hecho exacto. Es poco conocido que, aunque Maximiliano finalmente fue derrocado y ejecutado por revolucionarios mexicanos, en realidad había más mexicanos luchando del lado de Maximiliano que en su contra. Esto se debió en gran parte al fuerte apoyo de la Iglesia Católica a la ocupación francesa de México y al «aliento» de los católicos mexicanos a luchar contra las fuerzas revolucionarias uniéndose al ejército de Maximiliano, lo que hicieron en gran número.
Benito Juárez medía solo 1,37 m (4 pies y 6 pulgadas).
Los papeles de Bette Davis y John Garfield originalmente estaban destinados a Dolores del Río y Anthony Quinn.
La autora alemana Bertita Harding llegó a México con tres años de edad, creció en el país, mientras su padre trabajaba en la industria del acero, se interesó –e investigó– sobre la historia de México, razón por la cual –debido a su ascendencia aristocrática–, no le fue difícil inclinarse por aquella etapa que conocemos como la del Segundo Imperio Mexicano. Con veintiocho años entregó a la imprenta “Phantom Crown: The Story of Maximilian and Carlota of Mexico”, con éxito de ventas, hecho que le convencería de seguir escribiendo libros en la misma línea biográfica. Hollywood se interesó en el libro, por lo que Harding pertenece a ese selecto grupo de autores primerizos en quienes –por razones políticas o meramente económicas– los estudios reconocen una veta a explotar.
Fueron John Huston y Wolfgang Reinhardt los encargados de reescribir el guion, demasiado extenso, iniciado por Aeneas MacKenzie, y que se convertiría en la adaptación, dirigida por William Dieterle, titulada “Juárez” (1939), a la que se añadieran datos extraídos de otro libro, “Juarez and Maximilian”, del prestigiado Franz Werfel, enemigo del régimen nazi. La Warner Brothers –el estudio encargado de llevar a la pantalla los hechos narrados en dichos libros– acordó contratar a Harding como autora, por lo que esta terminaría mudándose, en 1940, a los Estados Unidos, donde llevaría una vida que se dividía, la mitad del año en México, y la otra en Indianápolis.
Los productores Hal B. Wallis y Jack L. Warner pusieron toda una tropa en movimiento –integrada por William Dieterle, el director, Paul Muni, el actor que encarnaría a Juárez, así como el mismo Wallis y Henry Blanke, el productor asociado–, que fue enviada a México para documentarse de primera mano en la historia de aquella etapa del país. Una vez en este, tuvieron acceso a documentos personales y oficiales de Juárez, donde Muni conoció a un hombre que, supuestamente, tenía ciento dieciséis años de edad en el momento de la entrevista, y que habría luchado al lado de Juárez y Porfirio Díaz. Fue de esta forma tan inusual, como inverosímil, que el actor se enteró de los gestos cotidianos, y de las costumbres, del célebre presidente mexicano, según los recuerdos de aquel hombre centenario.
Como era habitual en las producciones de la época, no se escatimaron recursos, ni esfuerzos, para realizar la película, que terminó costando un millón setecientos cincuenta mil dólares, y convirtiéndose en una súper producción, por cuyo metraje pasan casi mil doscientos extras sobre escenarios casi precisos, que incluían vistas lejanas del volcán Popocatépetl, y una partitura compuesta por Erich Wolfgang Korngold, quien se sumergió en los aires vieneses de la época para escribirla. La elegida para el papel de la emperatriz Carlota fue Bette Davis –en un rol pensado originalmente para Dolores del Río–, que aceptó sólo por la oportunidad que tendría de interpretar a un personaje histórico, que enloquecía y confrontaba a Napoleón III, mientras Brian Aherne interpretaría a Maximiliano, John Garfield a Porfirio Díaz y Claude Rains a Napoleón III. Con el vestuario de Carlota el diseñador Orry–Kelly confeccionó vestidos que iban pasando de los colores claros al negro, conforme se cumplía el destino aciago que la envolvió a ella, y a su esposo, adelantándose a la ropa interior (primero blanca, después negra) de la primero secretaria Marion Crane (Janet Leigh), y luego ladrona, en la “Psicosis” de Hitchcock.
Se sabe que Jack L. Warner no estuvo, en un principio, contento con el maquillaje de Muni, creado por Perc Westmore –el especialista que le había mostrado a Hollywood la amplia variedad de tonos de cabello existentes, descubriendo que, tan sólo entre las rubias, había treinta y cinco tonos diferentes–, porque “no se le podía reconocer”, es decir, el maquillaje habría sido tan perfecto que Mr. Warner habría querido, en realidad, ver a Muni –a quien le pagaban una gran cantidad de dinero para ser él mismo, un galán entre las mujeres–, y no a Juárez. La declaración podría parecer extraña, ya que cualquier mexicano que, en estos días, tenga la oportunidad de ver la película, podrá advertir que Muni, en realidad, no se le parece en nada al Benemérito, pero es un indicativo de cuánto a Hollywood le interesaba reconocer a sus actores blancos como tales, aun debajo de un maquillaje que le hiciera parecer de otra raza. En el fondo, aquello a lo que Warner aludía era a esa expresión artística que conocemos como “Blackface”, y que le ha otorgado su mala fama por racista y que, una vez llegados los años actuales de la Corrección política, se ha exagerado al grado de criticar que una mujer americana –y no una egipcia “auténtica”– interprete a Cleopatra, por mucho que no sepamos a ciencia cierta, cuál era el verdadero aspecto de la soberana egipcia.
Aquí es donde cabe hacer una reflexión sobre la obra de arte que vale como tal, más allá de la ideología del artista, siempre que este trascienda esa ideología para, de esta manera, comprender cómo es que un ateo y comunista como Pier Paolo Pasolini pudiera dirigir “El evangelio según San Mateo” (Il Vangelo secondo Matteo, 1964), que fuera recibida con aplausos durante su pase en el Concilio Vaticano II, o que el actor sueco Warner Oland pudiera interpretar perfectamente –maquillaje mediante– a Charlie Chan, un detective de origen chino, triunfal creación literaria de Earl Derr Biggers, que se sobrepuso como personaje único, encima de los prejuicios raciales. En última instancia, el maquillaje de Muni le sienta mal, le hace parecer una estatua y sus gestos no pasan de ser los de una figura rígida, como de papel maché. No se ahorran las escenas en las que se ve a Maximiliano como lo que verdaderamente fue, un aristócrata romántico y, sorprendentemente, humanista y liberal, cuyas ideas –en distintas ocasiones– eran similares a las de Juárez (para sorpresa de los Conservadores), que había aceptado el cargo de emperador, no por conquistar, sino para gobernar, admitiendo las cualidades del general Tomás Mejía, indígena de cepa, por su valía propia y no por el color de su piel, aunque se le confunda como “de noble estirpe azteca, la sangre más pura”, y no como otomí. Llega un momento en que, al mirar “Juárez”, uno tiene la impresión de estar viendo la biografía novelada, no de Juárez, sino la de Maximiliano –eso sí, emocionante, como sólo el cine puede presentarla: reduccionista y exagerada–, tal como sucede al mirar “Amadeus” (1984), de Milos Forman, que más que presentarnos la vida de Mozart, termina presentándonos la de Salieri.
–Lo único que nos separa es una palabra –expresa Maximiliano a Porfirio Díaz, en su celda–, en lo demás Benito Juárez y yo estamos de acuerdo. Una sola palabra: Democracia. Convengo con Benito Juárez que, en teoría, es el sistema ideal, pero en la práctica un gobierno del pueblo puede ser un gobierno de la chusma. Una chusma que sigue siempre al demagogo que más le promete. Y contra eso, general Díaz, sólo un monarca puede proteger al Estado. Un monarca y no un presidente, porque un presidente se debe a su partido, y un rey está por encima de los partidos.
A lo que Juárez responderá:
–La virtud es un arma formidable en manos del enemigo.
Comprendiendo que el contexto lo es todo –y que esta es la forma, por mucho que se olvide, o pretenda olvidar, en la que se debe ver cualquier película–, debemos tener presentes las circunstancias en las que “Juárez” se rodó. La película se estrenó el 24 de abril de 1939 –con una crítica dividida–, por lo que estamos en los primeros días de la Segunda Guerra Mundial, en los cuales la Alemania Nazi ya ha anexado Austria a su territorio y, el mes previo al estreno de la película, ha ocurrido la invasión a Checoslovaquia. A los Estados Unidos, a través del poder innegable de la pantalla (es decir, a Jack Warner, personaje cercano a Roosevelt), le interesaba mostrar una política de “buen vecino” con México (propuesta por el citado Roosevelt, ya en 1933), y que el país no coqueteara con Alemania, así como mostrar un mensaje transparente que advirtiera que, cualquier intento de invasión europeo, sería rechazado por los pueblos americanos.
Visto de esta forma, “Juárez” se convierte en un mero filme de propaganda, grande y lucidor, por mucho que pareciera un intento válido y bien intencionado de no quedarse en el estereotipo mexicano habitual presentado por Hollywood –pueblitos desérticos, con personajes en una eterna fiesta, que suenan maracas y llevan sombreros enormes y montan en burro–, con lo cual emparenta con el “Alejandro Nevski” (1938), de Serguéi Eisenstein, película que trasciende la mera propaganda, y en la que se narra la invasión teutónica del Siglo XIII a la república medieval de Nóvgorod, y que serviría de inspiración a Mel Gibson para su “Corazón valiente” (Braveheart, 1995). ¿Les suena, así, la razón por la cual el 5 de mayo se celebra en los Estados Unidos y no en México? La película, en un restreno, en tiempos de la OTAN y de la Guerra Fría, había sufrido ya de los embates de la censura, al ser acortada, y eliminársele aquellas escenas en las que se tildaba de imperialistas a Alemania y Francia, en un ritornelo de la historia, tan de moda actualmente con la Cultura de la Cancelación.
La película comienza con la llegada de la pareja imperial al puerto de Veracruz, tras mostrarnos las pretensiones expansionistas de Napoleón III –advertido mediante carta de la derrota inminente del Sur Confederado–, a través de diálogos pomposos que, en la realidad, poco tuvieron de ciertos, cuando sabemos que el estado francés pronto se desinteresó en el Imperio de opereta que habían establecido. Carlota advierte del zopilote posado sobre la corona imperial, encima de uno de los arcos triunfales bajo los que pasará el hermoso carruaje dorado –actualmente en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec–, y que sólo hay muchas banderas, como soldados, flanqueando los caminos, pero ningún mexicano. Los signos están ahí, pero se les explica que “sobre los zopilotes hay una prohibición de matarlos, ya que son los basureros del país”. Una carta, que Maxi encuentra en el interior del carruaje, le advierte sobre el engaño al que ha sido sometido: no se le quiere como soberano. Firma, Benito Juárez. Muni permanece ora iluminado, ora ensombrecido, de acuerdo a la escena, rígido, siempre distante por una caracterización casi mesiánica de parte del actor.
Pero, por mucho que se hubieran documentado los guionistas, los actores y hasta los productores, la Doctrina Monroe impregna cada gesto, escena y circunstancia de la película. Vemos a Juárez “inspirado” en los ideales de Abraham Lincoln, como si no hubiese tenido ideología propia –en todas las escenas en las que se ve a Juárez trabajando en su despacho, se lo ve de espaldas a un muro donde cuelga un retrato de Lincoln que es, después de todo, una forma facilona de identificación con el público estadunidense–, o que la hubiese desarrollado a partir de este presidente (su lectura es transparente: los latinoamericanos, no son más que ovejas, pastoreadas por el Padre USA), e incluye un final patético y ridículo, en el cual Juárez –que ha hecho fusilar a Maximiliano–, se dirige a la Catedral que resguarda el cadáver, para pedirle perdón, cuando la historia enseña que, aunque un autor de la talla de Víctor Hugo, le escribiera una carta para implorar clemencia por el malhadado emperador, la República restaurada exigía un sacrificio que mostrara al mundo una lección tajante contra futuros intentos imperialistas. La historia es otra, y muy distinta. El cadáver de Maximiliano fue mal embalsamado y, varios días después –entre los que se cuenta el traslado del cuerpo y el volcamiento del carro que lo transportaba en un arroyo–, colgado de los pies para que los líquidos de la putrefacción escurrieran. Juárez le haría una visita clandestina al cuerpo, no precisamente de cumplido, y sus palabras fueron recogidas entonces:
—Era alto este hombre, pero no tenía buen cuerpo; tenía las piernas muy largas y desproporcionadas.
A lo que añadió.
—No tenía talento, porque aunque la frente parece espaciosa, es por la calvicie.
Nada de perdones hollywoodescos, que intentaban suavizar la hipócrita mirada que, sobre Juárez, pretendían vender, y que no iría acorde al mensaje tanto de “buena voluntad”, como de benignidad y pureza del Benemérito.
La Doctrina Monroe (que clama una “América para los americanos”), pretende imponer una barrera contra los intentos foráneos de imposición de gobiernos, pero sometiendo a la América situada al sur del Río Bravo, a los designios de la América estadounidense. Luego, ¿para cuáles americanos sería América, entonces? Esta película, curiosa por lo que tiene de valor histórico, tiene la respuesta.
Filmada a partir del 2 de junio de 1958 en los estudios San Ángel y en locaciones en el hotel conocido como El Refugio del Salto en Valle de Bravo, Estado de México. Estrenada el 12 de septiembre de 1959 en el enorme y lujoso cine Metropólitan ubicado en el centro de la Cd. de México (de 3,627 localidades) dónde se exhibió por dos semanas.
El verdadero pintor de la obra maestra aparece en la película fue José Reyes Meza (23 de noviembre de 1924 – 31 de octubre de 2011). La obra de José Reyes Meza se considera parte del movimiento muralista mexicano. Su obra anterior es muy similar a la de los muralistas Diego Rivera, Guillermo Meza, Julio Castellanos y Jesús Guerrero Galván.
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Sobre la actriz Yolanda Varela:
Con sólo 16 años de edad, Yolanda Varela debutó en el cine mexicano con un discreto papel en la cinta “Recuerdos de mi valle” (1946), pero fue Ismael Rodríguez, el visionario director descubridor de Pedro Infante, entre otras estrellas, quien vio en la juvenil actriz talento y belleza, por lo que no dudó en darle su primer estelar en la película “Dos tipos de cuidado” (1953), al lado nada menos que de Pedro Infante y Jorge Negrete.
A partir de este filme que alcanzó un éxito inusitado, a Yolanda Varela le llovían ofertas de trabajo de productores que deseaban contar con ella en sus proyectos cinematográficos, a tal grado que llegó a filmar hasta cinco películas al año, como fueron los casos de “El 7 leguas”, “Fuerza de los humildes”, “La sombra de Cruz Diablo”, “Al diablo las mujeres” y “Lo que le pasó a Sansón”, realizadas en 1955.
Fue precisamente durante el rodaje de “Lo que le pasó a Sansón” (1955), en la que trabajó al lado de Germán Valdés Tin Tan, que conoció al empresario y productor de cine, Fernando de Fuentes Reyes, con quien contrajo matrimonio cinco años después, en 1960, y con quien procreó cuatro hijos: Yolanda, Gabriela, Fernanda y Fernando, éste último, por cierto, siguiendo los pasos de su abuelo, Fernando de Fuentes Carrau y los de su padre, se involucró en el cine al fundar la empresa Anima Estudios, una de las más importantes a nivel mundial en la producción de películas animadas y de series para televisión y plataformas digitales.
Yolanda Varela realizó una carrera artística exitosa en la que alternó con las más importantes figuras del cine mexicano de la época de oro, entre ellos: Arturo de Córdova, Jorge Mistral, Roberto Cañedo, Luis Aguilar, José Elías Moreno, Carlos Orellana, Adalberto Martínez “Resortes”, Antonio Espino “Clavillazo”, Siyvia Derbez, Carmelita González, Columba Domínguez, Queta Lavat, Martha Mijares, María Victoria y, por supuesto, Pedro Infante y Jorge Negrete.
A esta singular artista correspondió trabajar en las dos últimas películas en que las que participaron los dos ídolos del pueblo mexicano. En “Dos tipos de cuidado” (1953), Yolanda hizo el personaje de “María”, la hermana de Jorge Negrete y fue el último filme en el que participó “El charro cantor”, quien al poco tiempo murió en Los Ángeles, California.
En el caso de Infante, Yolanda Varela actuó con él en la cinta “Escuela de rateros” que a la postre fue la última que filmó Pedro, pues tiempo después murió en un trágico accidente aéreo.
A raíz de su boda, en 1960, la actriz hizo una pausa en su carrera y fue hasta 1965 en que convencida por Ismael Rodríguez regresó para protagonizar la coproducción México- España “El niño y el muro”, una cinta de gran trascendencia que se filmó en Berlín, Alemania, y ganó varios premios de cine internacionales.
A pesar del enorme éxito de esta película en la que estuvo acompañada del infante Nino del Arco, Yolanda Varela se retiró de la actividad artística y sólo regresó para trabajar en los filmes “Departamento de soltero” (1971) con Mauricio Garcés, que en este momento estaba en la cima del éxito y para hacer una participación especial en “Diana, René y El Tibiri” (1988).
La muerte de su esposo, en 1991, marcó su retiro definitivo de los escenarios. Hoy en este espacio recordamos a esta gran figura de la época de oro con el texto que de su Puño y Letra escribió para PECIME en el año de 1966:
Uno de los títulos más importantes del cine español.
El Espíritu de la Colmena parte del legado de una película de terror clásica como hilo conductor para contar una fábula infantil singularmente absorbente tejida con una gracia poco común.
Título original: El espíritu de la colmena
País de origen: España
Fechas de estreno: En España se estrenó en Premiere el 18 de septiembre de 1973 en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y en Madrid el 8 de octubre de 1973. En México el estreno público fue el 26 de agosto de 1976 en el cine Regis de la Cd. de México.
Cartel original españolPoster norteamericanoPoster francésAna TorrentLa proyección de un clásico…Fernando Fernán GómezAna Torrent e Isabel TelleríaElías Querejeta, Ana Torrent, Isabel Tellería & Víctor EriceHaz Clic sobre cualquier imagen para acceder a la galería
En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película «El Doctor Frankenstein». A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
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