‘Kitty’ March es mala, mala, mala…

‘Kitty’ es el personaje de Joan Bennett en el filme MALA MUJER (Scarlet Street) de 1945.

Christopher Cross (Edward G. Robinson) es un maduro cajero de banco y aficionado a la pintura. Está infelizmente casado desde hace cinco años con una mujer maltratadora y abusiva (Rosalind Ivan). Por casualidad conocerá a Kitty (Joan Bennett) una atractiva joven de quien rápidamente se enamora. Pero ésta solo quiere aprovecharse de él conjuntamente con su novio Johnny Prince (Dan Duryea), un vividor sin escrúpulos.

Joan Bennett y Dan Duryea

Pensando que Chris es un pintor de éxito, intentan engatusarlo para vivir a costa de él. Sin embargo, suceden acontecimientos inesperados. Una venta de unos cuadros por parte del vividor hace que la obra se empiece a cotizar en el mercado del arte, pero quien firma las obras será la muchacha quien pasa a ser una artista de moda. A su vez, reaparece el marido de la viuda con quien se casó Chris y supuestamente muerto. Liberado de la atadura matrimonial Chris matará a la muchacha cuando se entera del ees muy bellangaño sufrido, pero el principal sospechoso será su novio quien será ejecutado y Chris terminará como un vagabundo (De DERECHO NOIR).

Adaptación al español Andrés Bermea

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Te invito a conocer a Alice Reed…

Ella es una de las “MALOSAS Y VILLANAS” interpretada magistralmente por Joan Bennett en el filme LA MUJER DEL CUADRO [The Woman in the Window] de 1944.

En el espíritu del verdadero romance Noir, “la matanza” comienza con un guiño y una sonrisa.

Embelesado por una pintura realista de una hermosa mujer en el escaparate de una tienda, el profesor Richard Wanley (Edward G. Robinson) se sorprende cuando su tema, la brillante Alice Reed (Joan Bennett), emerge de las sombras y entabla una conversación. Los dos se llevan bien, salen a tomar unas copas y luego terminan de regreso en casa de Alice. Para el manso Wanley, será una noche inolvidable, y una que deseará poder olvidar.

Alice Reed no es exactamente mala en LA MUJER DEL CUADRO: no es una intrigante obstinada ni una manipuladora a sangre fría en el modo clásico de mujer fatal. En cambio, encarna una ansiedad masculina más sutil: la de la seductora de hablar suave, la sirena que usa su belleza para alejar a los débiles de voluntad de una vida de comodidad y conformidad, ofreciendo un placer físico momentáneo al precio de la ruina moral final.

En LA MUJER DEL CUADRO, la conformidad triunfa sobre Eros (en uno de los finales más anticlimáticos de la historia del género), pero la advertencia es clara: en el mundo del Film Noir, la belleza mata.