LAS MUTACIONES…

En esta nueva expedición cinematográfica de 𝘾𝙄𝙉𝙀𝙎𝘼𝙐𝙍𝙄𝙊, nuestro guía 𝘼𝙣𝙙𝙧𝙚́𝙨 𝘽𝙚𝙧𝙢𝙚𝙖 nos adentra en el universo de la película mexicana 𝙇𝘼𝙎 𝙈𝙐𝙏𝘼𝘾𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎, una propuesta que combina emoción, simbolismos y una narrativa que rompe esquemas dentro del cine nacional.

A través de una entrevista exclusiva, Cinesaurio tuvo la oportunidad de conversar con el Director de la cinta 𝙅𝙤𝙧𝙜𝙚 𝙍𝙖𝙢𝙞́𝙧𝙚𝙯-𝙎𝙪𝙖́𝙧𝙚𝙯y las protagonistas 𝙈𝙤́𝙣𝙞𝙘𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝘾𝙖𝙧𝙢𝙚𝙣 (Ganadora de tres premios Ariel) y 𝙑𝙚𝙧𝙤́𝙣𝙞𝙘𝙖 𝙇𝙖𝙣𝙜𝙚𝙧 (Ganadora de dos premios Ariel),quienes compartieron detalles sobre el proceso creativo, la construcción de sus personajes y los retos que enfrentaron durante la producción.

Mira aquí la conversación…

Mónica del Carmen

El director habló sobre la visión detrás de 𝙇𝘼𝙎 𝙈𝙐𝙏𝘼𝘾𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎, una historia que explora la transformación humana desde una perspectiva íntima y a la vez inquietante. Por su parte, las actrices profundizaron en la preparación emocional y técnica necesaria para dar vida a personajes que se enfrentan a cambios profundos tanto físicos como internos.

El Director Jorge Ramírez-Suárez (Al centro) con Tony Dalton y Vicky Araico

Esta charla permitió conocer la esencia de una película que apuesta por nuevas formas de contar historias y que busca dejar huella en el público mexicano.

Verónica Langer

Te invitamos a ver esta nueva entrega especial de 𝙄𝙉𝙀𝙎𝘼𝙐𝙍𝙄𝙊, donde 𝘼𝙣𝙙𝙧𝙚́𝙨 𝘽𝙚𝙧𝙢𝙚𝙖 continúa guiándonos por los rincones más fascinantes del cine.


Transformarán los Estudios Churubusco…

para que vuelvan a brillar como en el Cine de Oro; laboratorios podrían ser patrimonio nacional

Durante La Mañanera de este viernes 09 de mayo se dieron detalles de la renovación del icónico recinto

Durante la conferencia matutina de la presidente Claudia Sheinbaum este 9 de mayo, el director de los Estudios Churubusco, Cristián Calónico Lucio y Claudia Curiel de Icaza –secretaria de Cultura- anunciaron una ambiciosa inversión para renovar este icónico complejo cinematográfico, con el objetivo de devolverle el esplendor que tuvo durante la Época de Oro del Cine Mexicano.

Los Estudios Churubusco en 1943

Además, dieron a conocer que se iniciará un proceso para que sus laboratorios fílmicos sean declarados patrimonio nacional, por su relevancia histórica en la industria audiovisual de México y América Latina.

Renovarán Estudios Churubusco

Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura del Gobierno de México, subrayó durante la misma conferencia que la renovación de los Estudios Churubusco buscará recuperar su apariencia clásica sin dejar de mirar hacia el futuro.

Con una extensión de cinco hectáreas, actualmente son los estudios más antiguos en Latinoamérica

“Estudios Churubusco va a tener una renovación muy importante y va a dejar esos estudios como en la época del Cine de Oro Mexicano, pero actualizados a la tecnología del día de hoy, para regresar su vocación como un espacio de producción para México y para el mundo, para apoyar al cine independiente y comercial con estudios competitivos”, afirmó la funcionaria.

Esta modernización no solo implica mejoras en la infraestructura, sino también una revalorización del papel que han tenido estos estudios en la historia del cine nacional, al tiempo que se propone abrir sus puertas a nuevos talentos, incluyendo proyectos independientes que muchas veces enfrentan limitaciones técnicas o de acceso.

La fábrica de cine, Estudios Churubusco, 1945-2017

Buscan que laboratorios de Churubusco sean patrimonio nacional

Por su parte, Cristián Calónico destacó que, pese a su importancia, los Estudios Churubusco no han recibido inversiones significativas en las últimas tres décadas.

A estos estudios en los últimos 30 años no se les ha hecho ni una inversión, se hizo una construcción diferente a inversión en renovación de foros y equipos, se construyó en el 2010, 2011 el edificio Luis Buñuel con un costo aproximado de 200 mdp, pero es un edificio que es con muchos vicios de origen”.

El director también anunció que parte central del plan de rehabilitación es conservar y proteger el laboratorio fílmico, que ha jugado un rol clave en la restauración de obras cinematográficas históricas.

Queremos empezar un proceso para que vuelvan patrimonio estos laboratorios porque son icónicos, no sólo de México, de América Latina, no sólo por continuar con los procesos fílmicos, sino en la búsqueda de convertirse en un centro de restauración de obras históricas que conforman no sólo nuestra cinematografía, sino de toda la región latinoamericana”.

Así será la renovación de los Estudios Churubusco

El proyecto contempla una inversión total de 268 millones de pesos durante un periodo de cinco años. Esta inversión está destinada a:

  • La renovación de foros, bodegas y salas de postproducción
  • La conservación del laboratorio fílmico
  • Establecer alianzas para ofrecer servicios de grabación, doblaje, efectos especiales y renta de equipo
  • Crear un espacio accesible para producciones independientes

Calónico recordó que a lo largo de sus 80 años de historia, los Estudios Churubusco han sido escenario de alrededor de 3 mil películas y series, y han contado con talento técnico de talla nacional e internacional.

“A lo largo de 80 años, Estudios Churubusco ha sido un referente para el cine y el medio audiovisual nacional e internacional, por sus foros, bodegas, camerinos, laboratorios, salas de grabación, doblaje y postproducción han pasado alrededor de 3 mil películas y series de televisión”, dijo y añadió:

“Su talento humano, infraestructura y ubicación lo han posicionado como el estudio más importante de Latinoamérica. Hoy es el símbolo y portador de la historia del cine nacional, se renueva para ser el presente y el futuro de una industria audiovisual diversa y dinámica”.


55 aniversario del RÍO 70

Arq. Gerardo Garza Cortés y Andrés Bermea

Una breve charla con el Arq. Gerardo Garza Cortés quien diseñó y lideró al equipo de constructores de la majestuosa obra que hoy sigue siendo un ícono de la ciudad de Monterrey, NL, México.

¿De tres en tres?…

El periodista Alex Vargas del periódico EL PROVENIR me invitó a conversar sobre las recientes pérdidas que ha sufrido el cine mexicano: Irma Serrano “La Tigresa”, Ignacio López Tarso, Xavier López “Chabelo” y Andrés García.

El Canal de YouTube El Porvenir Mx del diario regiomontano publicó hoy un fragmento de la charla.

Te invito a verlo…

JUAREZ – (1939)

¡Juárez visto por el cine de Hollywood!

Título original: Juarez

País de origen: Estados Unidos

En México se estrenó el 23 de junio de 1939 en el cine Rex de la Cd. de México con un éxito de taquilla que la mantuvo en exhibición por cinco semanas. En USA, se estrenó el 10 de junio de 1939.

Duración: 132 min.

Dirección: William Dieterle

Guion: John Huston, Æneas MacKenzie, Wolfgang Reinhardt sobre la novela de Bertita Harding. Obra: Franz Werfel

Música: Erich Wolfgang Korngold

Fotografía: Tony Gaudio (B&W)

Reparto: Paul Muni (Benito Juárez), Bette Davis (Carlota), Brian Aherne (Maximiliano de Habsburgo-Lorena), Claude Rains (Napoleón III), John Garfield (Porfirio Díaz), Donald CrispJoseph CalleiaGale SondergaardGilbert RolandHenry O’NeillHarry DavenportLouis CalhernWalter Kingsford

Productora: Warner Bros.

Género: DramaBiográficoSiglo XIX, histórica,

Sinopsis:  El emperador Maximiliano (Brian Aherne) llega a México para instaurar un gobierno imperial y tropieza con la oposición, primero oculta y después abierta, de Benito Juárez (Paul Muni). Maximiliano es un idealista que ha sido víctima de la astucia de Napoleón III (Claude Rains). El emperador cree realmente en las ventajas del sistema monárquico, mientras que Juárez lucha apasionadamente por la república. Cuando Francia retira su apoyo, la emperatriz Carlota (Bette Davis) viaja a implorarle su ayuda a Napoleón III. (FILMAFFINITY).

Para ver la película en haz Clic sobre la imagen y activa la pantalla completa.

Versión original con subtítulos

Versión doblada al castellano

Premios

1939: 2 nominaciones al Oscar: Mejor actor secundario (Brian Aherne), fotografía (B&N)

TRIVIAS DEL IMDB:

  • Se realizó una amplia investigación para dar a la película la mayor precisión histórica posible. Los escritores tenían una bibliografía de 372 libros.
  • El director de arte Anton Grot realizó 3,643 bocetos a partir de los cuales se prepararon 7,360 planos para escenarios exteriores e interiores.
  • Se construyó un pueblo mexicano completo en el rancho de Warner Bros. en el Valle de San Fernando.
  • Debido a que la película muestra que muchos de los generales de Maximiliano son mexicanos, muchos espectadores lo atribuyen a las típicas distorsiones históricas de Hollywood. Es, sin embargo, un hecho exacto. Es poco conocido que, aunque Maximiliano finalmente fue derrocado y ejecutado por revolucionarios mexicanos, en realidad había más mexicanos luchando del lado de Maximiliano que en su contra. Esto se debió en gran parte al fuerte apoyo de la Iglesia Católica a la ocupación francesa de México y al «aliento» de los católicos mexicanos a luchar contra las fuerzas revolucionarias uniéndose al ejército de Maximiliano, lo que hicieron en gran número.
  • Benito Juárez medía solo 1,37 m (4 pies y 6 pulgadas).
  • Los papeles de Bette Davis y John Garfield originalmente estaban destinados a Dolores del Río y Anthony Quinn.

CRÍTICAS Y OTROS DOCUMENTOS:

«JUÁREZ» de William Dieterle: o la Doctrina Monroe a través de Hollywood

La autora alemana Bertita Harding llegó a México con tres años de edad, creció en el país, mientras su padre trabajaba en la industria del acero, se interesó –e investigó– sobre la historia de México, razón por la cual –debido a su ascendencia aristocrática–, no le fue difícil inclinarse por aquella etapa que conocemos como la del Segundo Imperio Mexicano. Con veintiocho años entregó a la imprenta “Phantom Crown: The Story of Maximilian and Carlota of Mexico”, con éxito de ventas, hecho que le convencería de seguir escribiendo libros en la misma línea biográfica. Hollywood se interesó en el libro, por lo que Harding pertenece a ese selecto grupo de autores primerizos en quienes –por razones políticas o meramente económicas– los estudios reconocen una veta a explotar.

Fueron John Huston y Wolfgang Reinhardt los encargados de reescribir el guion, demasiado extenso, iniciado por Aeneas MacKenzie, y que se convertiría en la adaptación, dirigida por William Dieterle, titulada “Juárez” (1939), a la que se añadieran datos extraídos de otro libro, “Juarez and Maximilian”, del prestigiado Franz Werfel, enemigo del régimen nazi. La Warner Brothers –el estudio encargado de llevar a la pantalla los hechos narrados en dichos libros– acordó contratar a Harding como autora, por lo que esta terminaría mudándose, en 1940, a los Estados Unidos, donde llevaría una vida que se dividía, la mitad del año en México, y la otra en Indianápolis.

Los productores Hal B. Wallis y Jack L. Warner pusieron toda una tropa en movimiento –integrada por William Dieterle, el director, Paul Muni, el actor que encarnaría a Juárez, así como el mismo Wallis y Henry Blanke, el productor asociado–, que fue enviada a México para documentarse de primera mano en la historia de aquella etapa del país. Una vez en este, tuvieron acceso a documentos personales y oficiales de Juárez, donde Muni conoció a un hombre que, supuestamente, tenía ciento dieciséis años de edad en el momento de la entrevista, y que habría luchado al lado de Juárez y Porfirio Díaz. Fue de esta forma tan inusual, como inverosímil, que el actor se enteró de los gestos cotidianos, y de las costumbres, del célebre presidente mexicano, según los recuerdos de aquel hombre centenario.

Como era habitual en las producciones de la época, no se escatimaron recursos, ni esfuerzos, para realizar la película, que terminó costando un millón setecientos cincuenta mil dólares, y convirtiéndose en una súper producción, por cuyo metraje pasan casi mil doscientos extras sobre escenarios casi precisos, que incluían vistas lejanas del volcán Popocatépetl, y una partitura compuesta por Erich Wolfgang Korngold, quien se sumergió en los aires vieneses de la época para escribirla. La elegida para el papel de la emperatriz Carlota fue Bette Davis –en un rol pensado originalmente para Dolores del Río–, que aceptó sólo por la oportunidad que tendría de interpretar a un personaje histórico, que enloquecía y confrontaba a Napoleón III, mientras Brian Aherne interpretaría a Maximiliano, John Garfield a Porfirio Díaz y Claude Rains a Napoleón III. Con el vestuario de Carlota el diseñador Orry–Kelly confeccionó vestidos que iban pasando de los colores claros al negro, conforme se cumplía el destino aciago que la envolvió a ella, y a su esposo, adelantándose a la ropa interior (primero blanca, después negra) de la primero secretaria Marion Crane (Janet Leigh), y luego ladrona, en la “Psicosis” de Hitchcock.

Se sabe que Jack L. Warner no estuvo, en un principio, contento con el maquillaje de Muni, creado por Perc Westmore –el especialista que le había mostrado a Hollywood la amplia variedad de tonos de cabello existentes, descubriendo que, tan sólo entre las rubias, había treinta y cinco tonos diferentes–, porque “no se le podía reconocer”, es decir, el maquillaje habría sido tan perfecto que Mr. Warner habría querido, en realidad, ver a Muni –a quien le pagaban una gran cantidad de dinero para ser él mismo, un galán entre las mujeres–, y no a Juárez. La declaración podría parecer extraña, ya que cualquier mexicano que, en estos días, tenga la oportunidad de ver la película, podrá advertir que Muni, en realidad, no se le parece en nada al Benemérito, pero es un indicativo de cuánto a Hollywood le interesaba reconocer a sus actores blancos como tales, aun debajo de un maquillaje que le hiciera parecer de otra raza. En el fondo, aquello a lo que Warner aludía era a esa expresión artística que conocemos como “Blackface”, y que le ha otorgado su mala fama por racista y que, una vez llegados los años actuales de la Corrección política, se ha exagerado al grado de criticar que una mujer americana –y no una egipcia “auténtica”– interprete a Cleopatra, por mucho que no sepamos a ciencia cierta, cuál era el verdadero aspecto de la soberana egipcia.

Aquí es donde cabe hacer una reflexión sobre la obra de arte que vale como tal, más allá de la ideología del artista, siempre que este trascienda esa ideología para, de esta manera, comprender cómo es que un ateo y comunista como Pier Paolo Pasolini pudiera dirigir “El evangelio según San Mateo” (Il Vangelo secondo Matteo, 1964), que fuera recibida con aplausos durante su pase en el Concilio Vaticano II, o que el actor sueco Warner Oland pudiera interpretar perfectamente –maquillaje mediante– a Charlie Chan, un detective de origen chino, triunfal creación literaria de Earl Derr Biggers, que se sobrepuso como personaje único, encima de los prejuicios raciales. En última instancia, el maquillaje de Muni le sienta mal, le hace parecer una estatua y sus gestos no pasan de ser los de una figura rígida, como de papel maché. No se ahorran las escenas en las que se ve a Maximiliano como lo que verdaderamente fue, un aristócrata romántico y, sorprendentemente, humanista y liberal, cuyas ideas –en distintas ocasiones– eran similares a las de Juárez (para sorpresa de los Conservadores), que había aceptado el cargo de emperador, no por conquistar, sino para gobernar, admitiendo las cualidades del general Tomás Mejía, indígena de cepa, por su valía propia y no por el color de su piel, aunque se le confunda como “de noble estirpe azteca, la sangre más pura”, y no como otomí. Llega un momento en que, al mirar “Juárez”, uno tiene la impresión de estar viendo la biografía novelada, no de Juárez, sino la de Maximiliano –eso sí, emocionante, como sólo el cine puede presentarla: reduccionista y exagerada–, tal como sucede al mirar “Amadeus” (1984), de Milos Forman, que más que presentarnos la vida de Mozart, termina presentándonos la de Salieri.

–Lo único que nos separa es una palabra –expresa Maximiliano a Porfirio Díaz, en su celda–, en lo demás Benito Juárez y yo estamos de acuerdo. Una sola palabra: Democracia. Convengo con Benito Juárez que, en teoría, es el sistema ideal, pero en la práctica un gobierno del pueblo puede ser un gobierno de la chusma. Una chusma que sigue siempre al demagogo que más le promete. Y contra eso, general Díaz, sólo un monarca puede proteger al Estado. Un monarca y no un presidente, porque un presidente se debe a su partido, y un rey está por encima de los partidos.

A lo que Juárez responderá:

–La virtud es un arma formidable en manos del enemigo.   

Comprendiendo que el contexto lo es todo –y que esta es la forma, por mucho que se olvide, o pretenda olvidar, en la que se debe ver cualquier película–, debemos tener presentes las circunstancias en las que “Juárez” se rodó. La película se estrenó el 24 de abril de 1939 –con una crítica dividida–, por lo que estamos en los primeros días de la Segunda Guerra Mundial, en los cuales la Alemania Nazi ya ha anexado Austria a su territorio y, el mes previo al estreno de la película, ha ocurrido la invasión a Checoslovaquia. A los Estados Unidos, a través del poder innegable de la pantalla (es decir, a Jack Warner, personaje cercano a Roosevelt), le interesaba mostrar una política de “buen vecino” con México (propuesta por el citado Roosevelt, ya en 1933), y que el país no coqueteara con Alemania, así como mostrar un mensaje transparente que advirtiera que, cualquier intento de invasión europeo, sería rechazado por los pueblos americanos.

Visto de esta forma, “Juárez” se convierte en un mero filme de propaganda, grande y lucidor, por mucho que pareciera un intento válido y bien intencionado de no quedarse en el estereotipo mexicano habitual presentado por Hollywood –pueblitos desérticos, con personajes en una eterna fiesta, que suenan maracas y llevan sombreros enormes y montan en burro–, con lo cual emparenta con el “Alejandro Nevski” (1938), de Serguéi Eisenstein, película que trasciende la mera propaganda, y en la que se narra la invasión teutónica del Siglo XIII a la república medieval de Nóvgorod, y que serviría de inspiración a Mel Gibson para su “Corazón valiente” (Braveheart, 1995). ¿Les suena, así, la razón por la cual el 5 de mayo se celebra en los Estados Unidos y no en México? La película, en un restreno, en tiempos de la OTAN y de la Guerra Fría, había sufrido ya de los embates de la censura, al ser acortada, y eliminársele aquellas escenas en las que se tildaba de imperialistas a Alemania y Francia, en un ritornelo de la historia, tan de moda actualmente con la Cultura de la Cancelación.  

La película comienza con la llegada de la pareja imperial al puerto de Veracruz, tras mostrarnos las pretensiones expansionistas de Napoleón III –advertido mediante carta de la derrota inminente del Sur Confederado–, a través de diálogos pomposos que, en la realidad, poco tuvieron de ciertos, cuando sabemos que el estado francés pronto se desinteresó en el Imperio de opereta que habían establecido. Carlota advierte del zopilote posado sobre la corona imperial, encima de uno de los arcos triunfales bajo los que pasará el hermoso carruaje dorado –actualmente en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec–, y que sólo hay muchas banderas, como soldados, flanqueando los caminos, pero ningún mexicano. Los signos están ahí, pero se les explica que “sobre los zopilotes hay una prohibición de matarlos, ya que son los basureros del país”. Una carta, que Maxi encuentra en el interior del carruaje, le advierte sobre el engaño al que ha sido sometido: no se le quiere como soberano. Firma, Benito Juárez. Muni permanece ora iluminado, ora ensombrecido, de acuerdo a la escena, rígido, siempre distante por una caracterización casi mesiánica de parte del actor. 

Pero, por mucho que se hubieran documentado los guionistas, los actores y hasta los productores, la Doctrina Monroe impregna cada gesto, escena y circunstancia de la película. Vemos a Juárez “inspirado” en los ideales de Abraham Lincoln, como si no hubiese tenido ideología propia –en todas las escenas en las que se ve a Juárez trabajando en su despacho, se lo ve de espaldas a un muro donde cuelga un retrato de Lincoln que es, después de todo, una forma facilona de identificación con el público estadunidense–, o que la hubiese desarrollado a partir de este presidente (su lectura es transparente: los latinoamericanos, no son más que ovejas, pastoreadas por el Padre USA), e incluye un final patético y ridículo, en el cual Juárez –que ha hecho fusilar a Maximiliano–, se dirige a la Catedral que resguarda el cadáver, para pedirle perdón, cuando la historia enseña que, aunque un autor de la talla de Víctor Hugo, le escribiera una carta para implorar clemencia por el malhadado emperador, la República restaurada exigía un sacrificio que mostrara al mundo una lección tajante contra futuros intentos imperialistas. La historia es otra, y muy distinta. El cadáver de Maximiliano fue mal embalsamado y, varios días después –entre los que se cuenta el traslado del cuerpo y el volcamiento del carro que lo transportaba en un arroyo–, colgado de los pies para que los líquidos de la putrefacción escurrieran. Juárez le haría una visita clandestina al cuerpo, no precisamente de cumplido, y sus palabras fueron recogidas entonces:

—Era alto este hombre, pero no tenía buen cuerpo; tenía las piernas muy largas y desproporcionadas.

A lo que añadió.

—No tenía talento, porque aunque la frente parece espaciosa, es por la calvicie.

Nada de perdones hollywoodescos, que intentaban suavizar la hipócrita mirada que, sobre Juárez, pretendían vender, y que no iría acorde al mensaje tanto de “buena voluntad”, como de benignidad y pureza del Benemérito.

La Doctrina Monroe (que clama una “América para los americanos”), pretende imponer una barrera contra los intentos foráneos de imposición de gobiernos, pero sometiendo a la América situada al sur del Río Bravo, a los designios de la América estadounidense. Luego, ¿para cuáles americanos sería América, entonces? Esta película, curiosa por lo que tiene de valor histórico, tiene la respuesta. 

ISLA PARA DOS – (1959)

Una historia de amor improbable ¡pero posible!…

Título original: Isla para dos

País de origen: México

Filmada a partir del 2 de junio de 1958 en los estudios San Ángel y en locaciones en el hotel conocido como El Refugio del Salto en Valle de Bravo, Estado de México. Estrenada el 12 de septiembre de 1959 en el enorme y lujoso cine Metropólitan ubicado en el centro de la Cd. de México (de 3,627 localidades) dónde se exhibió por dos semanas.

Duración: 95 min.

Dirección: Tito Davison

Guion: Edmundo Báez, Tito Davison sobre la novela de José María Souvirón

Música: Raúl Lavista

Fotografía: Gabriel Figueroa | Color

Reparto:

Arturo de CórdovaYolanda VarelaMaría DouglasSara GuaschDelia MagañaEva Calvo

Productora: Felipe Mier Miranda

Género: Drama, Romance, musical,

SINOPSIS

CURIOSIDAD:

El verdadero pintor de la obra maestra aparece en la película fue José Reyes Meza (23 de noviembre de 1924 – 31 de octubre de 2011). La obra de José Reyes Meza se considera parte del movimiento muralista mexicano. Su obra anterior es muy similar a la de los muralistas Diego Rivera, Guillermo Meza, Julio Castellanos y Jesús Guerrero Galván.

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Sobre la actriz Yolanda Varela:

Con sólo 16 años de edad, Yolanda Varela debutó en el cine mexicano con un discreto papel en la cinta “Recuerdos de mi valle” (1946), pero fue Ismael Rodríguez, el visionario director descubridor de Pedro Infante, entre otras estrellas, quien vio en la juvenil actriz talento y belleza, por lo que no dudó en darle su primer estelar en la película “Dos tipos de cuidado” (1953), al lado nada menos que de Pedro Infante y Jorge Negrete.

A partir de este filme que alcanzó un éxito inusitado, a Yolanda Varela le llovían ofertas de trabajo de productores que deseaban contar con ella en sus proyectos cinematográficos, a tal grado que llegó a filmar hasta cinco películas al año, como fueron los casos de “El 7 leguas”, “Fuerza de los humildes”, “La sombra de Cruz Diablo”, “Al diablo las mujeres” y “Lo que le pasó a Sansón”, realizadas en 1955.

Fue precisamente durante el rodaje de “Lo que le pasó a Sansón” (1955), en la que trabajó al lado de Germán Valdés Tin Tan, que conoció al empresario y productor de cine, Fernando de Fuentes Reyes, con quien contrajo matrimonio cinco años después, en 1960, y con quien procreó cuatro hijos: Yolanda, Gabriela, Fernanda y Fernando, éste último, por cierto, siguiendo los pasos de su abuelo, Fernando de Fuentes Carrau y los de su padre, se involucró en el cine al fundar la empresa Anima Estudios, una de las más importantes a nivel mundial en la producción de películas animadas y de series para televisión y plataformas digitales.

Yolanda Varela realizó una carrera artística exitosa en la que alternó con las más importantes figuras del cine mexicano de la época de oro, entre ellos: Arturo de Córdova, Jorge Mistral, Roberto Cañedo, Luis Aguilar, José Elías Moreno, Carlos Orellana, Adalberto Martínez “Resortes”, Antonio Espino “Clavillazo”, Siyvia Derbez, Carmelita González, Columba Domínguez, Queta Lavat, Martha Mijares, María Victoria y, por supuesto, Pedro Infante y Jorge Negrete.

A esta singular artista correspondió trabajar en las dos últimas películas en que las que participaron los dos ídolos del pueblo mexicano. En “Dos tipos de cuidado” (1953), Yolanda hizo el personaje de “María”, la hermana de Jorge Negrete y fue el último filme en el que participó “El charro cantor”, quien al poco tiempo murió en Los Ángeles, California.

En el caso de Infante, Yolanda Varela actuó con él en la cinta “Escuela de rateros” que a la postre fue la última que filmó Pedro, pues tiempo después murió en un trágico accidente aéreo.

A raíz de su boda, en 1960, la actriz hizo una pausa en su carrera y fue hasta 1965 en que convencida por Ismael Rodríguez regresó para protagonizar la coproducción  México- España “El niño y el muro”, una cinta de gran trascendencia que se filmó en Berlín, Alemania, y ganó varios premios de cine internacionales.

A pesar del enorme éxito de esta película en la que estuvo acompañada del infante Nino del Arco, Yolanda Varela se retiró de la actividad artística y sólo regresó para trabajar  en los filmes “Departamento de soltero” (1971) con Mauricio Garcés, que en este momento estaba en la cima del éxito y para hacer una participación especial en “Diana, René y El Tibiri” (1988).

La muerte de su esposo, en 1991, marcó su retiro definitivo de los escenarios. Hoy en este espacio recordamos a esta gran figura de la época de oro con el texto que de su Puño y Letra escribió para PECIME en el año de 1966:

Artículo tomado de PECIME