Género: Acción, Aventura, Fantasía, Animación digital
Director: James Cameron
Actores: Sam Worthington, Sigourney Weaver, Zoe Saldaña, Stephen Lang, Oona Chaplin, Kate Winslet
País: Los Estados Unidos
Duración: 3 Hrs. 17 minutos
¿DE QUÉ TRATA?
Avatar 3: Fuego y Cenizas retoma la historia con la familia Sully lidiando con el dolor tras la pérdida de Neteyam, enfrentándose a una nueva tribu Na’vi hostil, el Pueblo de las Cenizas, liderada por la implacable Varang (Oona Chaplin), mientras exploramos un lado más oscuro y agresivo de Pandora y sus habitantes, intensificando el conflicto global y presentando dilemas morales complejos sobre la supervivencia y la guerra.
¿QUÉ OPINAN LA CRÍTICA Y LA AUDIENCIA?
Las siguientes calificaciones son al jueves 18 y seguramente en los próximos días pueden tener variaciones. Al final de la página están las ligas a los principales sitios para que conozcas las actualizaciones.
En el IMDb (Internet Movie, Data base) 5.2k del público la califican con un favorable 7.6/10. La crítica de Rotten Tomatoes le otorga un 69%, mientras que los TOP CRITICS la castigan con una aprobación de apenas el 57%. La audiencia aún no se ha pronunciado. En Metacritic recibe un favorable 62/100. En Tomatazos le gustó apenas a un 55%. Y en Sensacine México los usuarios la califican con un 3.7/5.
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LA ACADEMIA SE ASOCIA CON YOUTUBE Y CONTARÁ CON LOS DERECHOS EXCLUSIVOS GLOBALES DE LOS PREMIOS OSCAR® Y OTROS CONTENIDOS DE LA ACADEMIA A PARTIR DE 2029.
LOS ÁNGELES, CA – La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas y YouTube firmaron un acuerdo plurianual que otorgará a YouTube los derechos globales exclusivos de los Premios Óscar®, a partir de 2029 con la 101.ª ceremonia de los Óscar y hasta 2033.
Los Premios Óscar, incluyendo la cobertura de la alfombra roja, contenido detrás de cámaras, acceso al Governors Ball y más, estarán disponibles en vivo y de forma gratuita para más de 2 mil millones de espectadores en todo el mundo a través de YouTube, y para los suscriptores de YouTube TV en Estados Unidos. YouTube contribuirá a que los Óscar sean accesibles para la creciente audiencia global de la Academia mediante funciones como subtítulos y pistas de audio disponibles en varios idiomas.
La asociación también incluirá acceso mundial para los cinéfilos a otros eventos y programas de la Academia, exclusivamente en el canal de YouTube de los Óscar. Esto incluirá los Governors Awards, el anuncio de las nominaciones a los Óscar, el almuerzo de los nominados, los Student Academy Awards, los premios científicos y técnicos, entrevistas con miembros de la Academia y cineastas, programas de educación cinematográfica, podcasts y más.
Además, a través de esta asociación integral, la iniciativa Google Arts & Culture ayudará a proporcionar acceso digital a exposiciones y programas seleccionados del Museo de la Academia y contribuirá a digitalizar componentes de la Colección de la Academia, la colección relacionada con el cine más grande del mundo, con más de 52 millones de artículos. Será un verdadero centro para los cinéfilos y estará accesible desde cualquier parte del mundo.
“Estamos encantados de establecer una asociación global multifacética con YouTube para que sea el futuro hogar de los Óscar y de nuestra programación anual de la Academia”, declararon el CEO de la Academia, Bill Kramer, y la presidenta de la Academia, Lynette Howell Taylor. “La Academia es una organización internacional, y esta asociación nos permitirá ampliar el acceso al trabajo de la Academia a la mayor audiencia mundial posible, lo que será beneficioso para nuestros miembros de la Academia y la comunidad cinematográfica. Esta colaboración aprovechará el amplio alcance de YouTube e infundirá a los Óscar y a otros programas de la Academia oportunidades innovadoras de participación, al tiempo que honra nuestro legado. Podremos celebrar el cine, inspirar a nuevas generaciones de cineastas y brindar acceso a nuestra historia cinematográfica a una escala global sin precedentes”.
“Los Óscar son una de nuestras instituciones culturales esenciales, que honran la excelencia en la narración de historias y el arte”, afirmó Neal Mohan, CEO de YouTube. “La colaboración con la Academia para llevar esta celebración del arte y el entretenimiento a espectadores de todo el mundo inspirará a una nueva generación de creadores y amantes del cine, manteniendo al mismo tiempo la rica tradición de los Premios Óscar.”
La alianza nacional de la Academia para los Premios Óscar continuará con Disney ABC hasta la 100.ª edición en 2028, al igual que la alianza internacional con Buena Vista International de Disney.
Aquí las películas que para hoy miércoles 10 de diciembre ya se perfilan como posibles candidatas a ser nominadas a los premios Óscar 2026 en las categorías de:
¡Qué nervio!
MEJOR PELÍCULA
One Battle After Another (Una Batalla tras otra), [Estrenada]
Sinners (Pecadores), [Estrenada]
Hamnet
It Was Just an Accident (Fue solo un accidente), [Estrenada]
Sentimental Value (Valor sentimental), [Estreno en cines: 25 de diciembre]
Marty Supreme
Frankenstein (Disponible en Netflix)
Train Dreams (Disponible en Netflix)
The Secret Agent
Bugonia [Estrenada]
MEJOR DIRECTOR
Paul Thomas Anderson – One Battle After Another (Una Batalla tras otra), [Estrenada]
Chloé Zhao – Hamnet
Ryan Coogler – Sinners (Pecadores), [Estrenada]
Jafar Panahi – It Was Just an Accident (Fue solo un accidente), [Estrenada]
Joachim Trier – Sentimental Value (Valor sentimental), [Estreno en cines: 25 de diciembre]
Josh Safdie – Marty Supreme
Guillermo del Toro – Frankenstein (Disponible en Netflix)
Kleber Mendonça Filho – The Secret Agent
Clint Bentley – Train Dreams (Sueños de trenes) (Disponible en Netflix)
Yorgos Lanthimos – Bugonia (Focus Features) ↑
PELÍCULA INTERNACIONAL
It Was Just an Accident (Fue solo un accidente), [Estrenada], de Francia: Dir. Jafar Panahi
“No Other Choice” de Corea del Sur: Dir. Park Chan-wook
“The Secret Agent” de Brasil: Dir. Kleber Mendonça Filho
“Sentimental Value” (Valor sentimental) de Noruega: Dir. Joachim Trier
“The Voice of Hind Rajab” de Túnez: Dir. Kaouther Ben Hania
Estas son sólo predicciones y pueden variar de hoy a mediados de enero.
A 35 años del estreno de Mi pobre angelito, el actor Daniel Stern, «Merv» uno de los protagonistas de la exitosa película, confirmó que no participará de los eventos organizados para conmemorar el aniversario del clásico navideño.
Stern, quien interpretó a Marv, uno de los ladrones conocidos como los “Wet Bandits”, explicó las razones detrás de su decisión, haciendo especial hincapié en su estilo de vida actual y sus percepciones sobre la fama que mantiene la película a lo largo de las décadas.
“No dejo mi granja”, reveló a People en referencia a la propiedad que habita en el condado de Ventura, California, junto a su esposa. Lejos de los reflectores de Hollywood, el actor de 68 años se dedica al cuidado de ganado y árboles de cítricos, además de trabajar como escultor.
En ese sentido, aclaró que su ausencia en las celebraciones no responde a ningún desinterés respecto a Mi pobre angelito, sino a una preferencia personal por la vida tranquila y alejada del ajetreo público.
“No es nada contra la película. Si me llaman por teléfono o por Zoom, participo. Pero… soy un poco ermitaño”, reconoció entre risas.
La vida de Stern cambió después de Hollywood, dedicándose ahora al campo y a la escultura, lejos de las cámaras y eventos públicos (Instagram)
Daniel Stern saltó a la fama mundial en 1990 gracias a su rol en el clásico navideño, donde junto a Joe Pesci interpretó a un dúo de ladrones que intentan asaltar la casa de Kevin McCallister, el niño interpretado por Macaulay Culkin.
Las accidentadas secuencias en las que Marv y Harry enfrentan las trampas improvisadas por Kevin se convirtieron en uno de los puntos más recordados de la cinta, proyectada desde entonces cada Navidad por distintas generaciones.
En la actualidad, Mi pobre angelito puede verse a través de Disney+ y Hulu, y continúa sumando fanáticos. Sin embargo, el cariño que la gente le demuestra al elenco sigue superando a veces la capacidad de los propios protagonistas para asimilarlo.
“Me encanta saber que todo el mundo la adora, pero cuando la gente se acerca y me dice ‘La amamos’, resulta un poco abrumador a veces”, indicó Stern a Entertainment Weekly.
Aunque valora el impacto de la película y el afecto del público, el actor remarcó su preferencia por disfrutar ese reconocimiento desde la distancia.
Stern valoró desde el principio el guion de John Hughes y el equilibrio entre humor y emoción que convirtió a «Mi pobre angelito» en un clásico (Disney)
Durante las entrevistas, Stern también recordó sus impresiones en torno al rodaje y el guion original, escrito por John Hughes.
“Sabía que era una joya de película. John Hughes escribió el guion más gracioso que he leído en mi vida. Me caía al piso de la risa al leerlo. Era muy divertido, pero también estaba repleto de corazón”, afirmó.
La retirada estrella destacó especialmente los momentos emocionales, como el reencuentro del niño protagonista con su madre, y reconoció que intuía estar filmando algo especial, aunque era imposible prever el alcance y la vigencia que tendría el filme.
“Estaba esperanzado en que estábamos haciendo una gran película. Pero nadie podía imaginar la longevidad que tendría”, agregó.
Si bien parte del elenco original, incluidos Culkin y otros miembros, ha participado en actividades conmemorativas recientes, Stern opta por mantenerse al margen de los eventos presenciales.
La película, protagonizada por Macaulay Culkin, se estrenó en 1990 y fue consolidándose desde esa época como un fenómeno cultural (Disney)
Las celebraciones incluyeron apariciones de actores y nuevas propuestas relacionadas con el universo de la película.
Entre ellas, Culkin compartió durante un evento del aniversario en Long Beach, California, una idea para una posible continuación de la historia, en la que su personaje de adulto sería padre soltero o divorciado y enfrentaría nuevas trampas instaladas por su propio hijo, configurando la casa como una metáfora de su relación.
Además de actuar en series y películas recordadas de los años 90, como City Slickers, City Slickers II: The Legend of Curly’s Gold o como narrador de la serie Los años maravillosos, DanielStern mantiene un vínculo menos visible con Hollywood.
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Humphrey Bogart e Ingrid Bergman se reunieron para que el rodaje no arruinara sus carreras. La intención fue de propaganda bélica, pero el tiempo consagró a la inolvidable historia de amor
Ingrid Bergman no sabía a quién amar. El personaje que la actriz interpretaba en Casablanca, la película con fines propagandísticos que se estrenó en plena Segunda Guerra Mundial, cambiaba de amor en cada jornada de rodaje.
No se trataba de una decisión artística deliberada. No era que Ilsa Lund, el personaje que encarnó Bergman, iba y venía entre amar a Rick Blaine -el personaje interpretado por Humphrey Bogart- o a Victor Laszlo -actuado por Paul Heinred- porque no podía decidirse entre los dos. Era que los guionistas no terminaban de decidir por dónde iba a ir el libreto de la película que nació del caos y que se coronó como uno de los grandes mitos del cine.
La propaganda bélica como objetivo
Casablanca se estrenó en Nueva York el 26 de noviembre de 1942, hace exactamente 83 años, y es hasta hoy la mejor película romántica estadounidense de todos los tiempos, según el Instituto Americano del Cine (AFI, por sus siglas en inglés)
Pero aunque ese amor imposible con sede en el norte de África y la escena final de la historia de Rick e Ilsa se convirtieron en un mito de Hollywood, la intención original de la película fue propagandística en medio de la contienda bélica que partió el siglo XX en dos.
Ni la fecha de estreno de la película fue ajena a su intención propagandística: la avant premiere coincidió con el desembarco de los Aliados en Marruecos, territorio al que pertenece la ciudad que da nombre al film. El interés que la potente campaña militar estadounidense despertaba en el público era un buen “gancho” para ir al cine a ver la historia interpretada por Bogart y Bergman.
Los protagonistas junto a Dooley Wilson, que interpreta al mítico Sam, el pianista del salón que le pertenece al personaje de Bogart.
La película había empezado a idearse después de que Japón bombardeara la base norteamericana de Pearl Harbor en diciembre de 1941. Estados Unidos puso a su enorme industria del entretenimiento al servicio de sus objetivos geopolíticos, y en ese contexto, Casablanca fue un llamado a que el país saliera del todo del aislacionismo en el que se había mantenido durante los primeros años del avance del nazismo y el fascismo en Europa.
El estreno de la película fue exitoso, aunque no arrasador. Pero lo más impactante de Casablanca en un primer momento fue su mensaje político: en esa clave la leyó la crítica y también el público. El film mostraba a Estados Unidos como el destino añorado por quienes escapaban de la guerra, de la ocupación nazi y de la opresión que gobernaba en Europa. En la trama, Casablanca, la ciudad, era una escala imprescindible hacia ese destino.
Un caos entre el romance y la geopolítica
El director de la película fue Michael Curtiz, un húngaro de origen judío que tenía varios familiares que habían tenido que escapar del régimen de Adolf Hitler. Asentado en Estados Unidos, Curtiz se puso al servicio de Warner Bros., la productora que rodaría la película.
El proyecto empezó prácticamente a la par del ingreso de Estados Unidos a la Segunda Guerra. Warner Bros. pagó una suma récord por los derechos de una obra teatral que no se había estrenado: fueron 20.000 dólares por Everybody comes to Rick’s (Todos vienen al café de Rick).
Aunque para lo que sería Casablanca después 20.000 dólares es una suma ínfima, se trató de una cantidad inédita de dinero destinada a una obra cuyo éxito no se había puesto a prueba frente al público.
Laszlo, Ilsa y Rick, el triángulo amoroso de la película
El rodaje empezó a fines de mayo de 1942 y estaba terminado para los primeros días de agosto. Lo más inestable de esos meses de rodaje fue el guion, que se reescribía cada noche. Aunque la película les da crédito a tres guionistas, hubo en realidad seis escritores que se ocuparon de ese trabajo. Los tres nombrados en los créditos, Julius Epstein, Philip G. Epstein y Howard Koch, ganarían el Oscar al mejor guion adaptado.
Pero para que eso ocurriera debieron saldar las discusiones que tenían a diario para decidir el rumbo que iba teniendo la historia. Curtiz rodó la película de forma cronológica porque dependía de que estuvieran escritas las escenas en su versión definitiva.
Era tal la incertidumbre sobre el destino del proyecto que, en cuanto le vieron los hilos al trabajo de los guionistas, Bogart y Bergman se reunieron para trazar una estrategia conjunta que le pusiera límites a tanto descontrol. Era en ese contexto que la actriz protagónica no sabía del todo cómo componer su personaje, cuyo vínculo con Rick y Victor cambiaba a diario, según el caótico ida y vuelta del guion.
Curtiz, el director, fue salomónico a la hora de indicarle a Bergman de quién debía lucir enamorada su personaje: “Hacé de cuenta que ama a los dos”, le dijo el húngaro. Mientras tanto, la trama se volvía más política o más romántica según quién estuviera detrás de la escritura de las escenas. Curtiz privilegió el costado romántico de su propia obra.
Las lágrimas reales que atravesaron la pantalla
Uno de los grandes aciertos de Casablanca fue la enorme diversidad de nacionalidades de sus actores. Sólo tres de los intérpretes mencionados en los créditos eran estadounidenses. En cambio, había actores y actrices, y sobre todo extras para las escenas más numerosas, que eran realmente refugiados y exiliados europeos. Eso hizo que la película transmitiera con enorme verosimilitud la escena que se vivía en los enclaves en los que, como en Casablanca, se estaba lo más a salvo de la guerra que se pudiera estar, y se esperaba por un barco que significara la completa libertad.
En la película nunca se dice literalmente «tócala de nuevo, Sam», pero la frase se popularizó como parte del film
Una de las escenas clave del film, cuando Laszlo pide a la orquesta del salón de Rick que interprete La Marsellesa para imponer ese himno sobre los cantos de los oficiales nazis, muestra a muchos de los actores extras llorando de emoción: eran verdaderos refugiados de la Segunda Guerra. Verdaderos oprimidos por el Tercer Reich, y víctimas de esa contienda bélica que se cobró millones de vidas. La emoción de la escena atraviesa la pantalla más de ochenta años después.
Otra de las escenas musicales emblemáticas de Casablanca, cuando Sam, el pianista del salón de Rick, interpreta “As time goes by”, estuvo a punto de no ocurrir. Max Steiner, compositor de la música original de la película, detestaba la canción y hasta propuso reemplazarla por una propia. Pero como Bergman, a esa altura del rodaje, se había cortado el pelo para interpretar su papel en Por quién doblan las campanas, no había manera de grabar de nuevo la escena y que no se notara la diferencia en la apariencia de la actriz.
Tampoco había manera de que no se notaran los cinco centímetros por los que Bergman superaba a Bogart. Así que el actor usó zapatos con plataformas en las escenas que compartieron en las que están parados, y almohadones en la silla en las que están sentados.
Bogart, ese galán inolvidable, compartió muy poco tiempo con Bergman por fuera de las escenas que rodaron juntos. Pasaba la mayoría del tiempo encerrado en su camarín, fumando y jugando solo al ajedrez. Era casi una alegoría de Rick, su papel, un hombre cínico al que, hasta el momento de su quiebre, parece no importarle demasiado de nadie.
Había un motivo bien concreto para ese encierro: Mayo Methot, la esposa del actor, era alcohólica y extremadamente celosa. Se presentaba tan frecuentemente en el set de rodaje para acusar a Bogart de tener un romance secreto con su co-protagonista que él prefirió recluirse para evitar esos estallidos cada vez más cotidianos. El estrés en el rodaje ya era suficiente por las idas y vueltas del guion.
La censura y el sacrificio del final
La despedida de Rick e Ilsa en el aeropuerto, ese amor que queda trunco porque lo más importante es sostener la resistencia contra el nazismo que encarna Víctor Laszlo, es uno de los finales más míticos de la historia del cine. Y para que ese final fuera ese y no otro, la censura fue central.
En esos años, regía el Código Hays, que determinaba qué se mostraba y qué no en las películas que producía Hollywood. Según el código, estaba prohibido que en una película una mujer casada dejara a su marido y eligiera a su amante. Así que, más allá de las idas y vueltas del guion, la decisión sobre qué haría Ilsa en medio del triángulo amoroso excedía las elecciones artísticas del director y los productores de Casablanca.
Sobre el final del film, Rick e Ilsa desisten de viajar juntos a Lisboa, la escala inmediatamente anterior a llegar a Estados Unidos. La decisión de los protagonistas, que tiene que ver con priorizar la misión de resistencia de Laszlo -y con respetar el Código Hays-, fue leída en la época como un gran sacrificio personal por parte de Rick, el personaje de Bogart. La época implicó que se minimizara el sacrificio personal de Ilsa, el personaje de Bergman, una mujer que, a la par de Rick, también renunció a esa fulminante historia de amor.
Casablanca conmovió por su verosimilitud a la hora de contar el dolor de los exiliados y los refugiados de la Segunda Guerra, y por ese quiebre del personaje de Bogart, que pasó de no interesarse por prácticamente nada más que por el funcionamiento de su salón para beber -y jugar clandestinamente-, a enamorarse y resignar su amor para priorizar lo que más importaba en ese momento del mundo: oponerse al nazismo.
“Louis, pienso que este es el comienzo de una bella amistad”, dice Bogart antes de que Casablanca termine. Se lo dice al capitán Renault, a cargo de las tropas francesas en la ciudad marroquí, quien había salvado a Rick en medio de la persecución a quienes ayudaran ilegalmente a escapar de allí a los que intentaban llegar a Lisboa.
En 1944, Casablanca ganó el Oscar a la Mejor Película. Curtiz ganó como director y el equipo frenético de guionistas -o al menos los que salieron en los créditos- obtuvieron también su estatuilla. Ni Bogart ni Bergman ganaron por sus interpretaciones. Pero el tiempo los convirtió en los protagonistas de la historia de amor -sacrificado, platónico, inalcanzable- más inolvidable de la pantalla grande.
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Todos tenemos una idea de la historia de Frankenstein; pero, ¿Cómo llegó esa historia a la novela impresa?…
¿Cómo fue que Mary W. Shelley, una joven de apenas 18 años desarrolló una idea tan espantosa y estremecedora?…
¿Cómo vivió Mary Shelley ese proceso de gestación que dio vida a la criatura que horrorizó al mundo entero?…
Conozcamos a Mary W. Shelley en una visita a la noche en que engendró al monstruo…
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Con las actuaciones de:
Adriana Favela como Mary W. Shelley
Andrés Bermea como el Narrador
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Yo, Mary Shelley: La noche en que engendré al monstruo
Por Andrés Bermea con fragmentos de la Introducción de Mary W. Shelley a la novela FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO editada en 1831.
Narrador: – Frankensteino el moderno Prometeo (de 1818), escrita por Mary W. Shelley, cambió la historia del terror porque mezcló miedo con una pregunta muy humana: ¿Qué pasa cuando creamos algo y no nos hacemos responsables de ello?… Víctor Frankenstein arma una criatura a través de la ciencia y luego la abandona; el “monstruo, la criatura” aprende, sufre y busca cariño. Por eso la novela conectó tanto: no es solo miedo, es una pregunta moral que todos entendemos -sobre empatía, rechazo y consecuencias-.
La novela Frankenstein se volvió popular porque tiene un símbolo poderoso (la criatura incomprendida) que cada generación reconoce. Y la película de 1931 lo hizo inolvidable: la imagen del laboratorio, los rayos, Boris Karloff, el “¡Está vivo!”. Ese filme fijó el look del monstruo y ayudó a que Frankenstein fuera un clásico del cine de terror. Hoy sigue vigente porque habla de tecnología, poder y responsabilidad… temas que siguen siendo nuestros.
Todos tenemos al menos una vaga idea de la historia de Frankenstein; pero, ¿Cómo llegó esa historia a la letra impresa?… ¿Cómo fue que una joven de apenas 18 años ideó y desarrolló una idea tan espantosa y estremecedora?… ¿Cómo vivió Mary W. Shelley ese proceso de gestación que dio vida a la criatura que horrorizó al mundo entero?… Conozcamos a Mary W. Shelley en una visita a la noche en que engendró al monstruo…
El verano de 1816 se presentó fuera de lo normal, fue terrible, frío y lluvioso por los efectos globales de la erupción del volcán Tambora situado en Indonesia, ocurrida un año antes, el 10 de abril de 1815; liberó toneladas de polvo de azufre que se extendieron por todo el planeta y que originó lo que se conoce como el “El año sin verano”;… Un descenso importante de temperatura y lluvias tan persistentes que dejaron frías a Europa y Norteamérica… Estas lúgubres circunstancias acabaron siendo el escenario perfecto para que se gestara una de las novelas de terror gótico más clásicas de toda la historia, una de las más turbadoras novelas de la literatura europea… FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO… su autora, Mary Wollstonecraft Shelley…
Mary: -En 1812 conocí al poeta Percy Bysshe Shelley [Pur·see-Bish-Sheh·lee] de quién me enamoré perdidamente… Aunque él estaba casado con otra mujer en ese momento, -Harriet-, me fugué con él a Francia en julio de 1814. A petición de ella misma, escapó con nosotros mi hermanastra Claire Clairmont hija de la segunda esposa de mi padre, quien enviudó de mi madre poco tiempo después de mi nacimiento… Yo tenía apenas 16 años y cinco menos que aquel muchacho que se convirtió en mi primer y gran amor… Nos casamos luego en diciembre de 1816.
Narrador: – En mayo de 1816 Percy Shelley decidió llevar a Mary al pueblo suizo de Cólogny, en las orillas del Lago Lemán, también conocido como Lago de Ginebra, el mayor de la Europa Occidental.
Estando ahí fueron invitados a la cercana y elegante Villa Diodati por el poeta Lord Byron, que había empezado una aventura con Claire, la hermanastra de Mary.
Mary: – Nos convertimos en vecinos de Lord Byron. Al principio pasábamos horas agradables en el lago o vagando por sus orillas; y Lord Byron, que estaba escribiendo el tercer canto de Childe Harold («Chaild Jare-uld»), era el único entre nosotros que ponía sus pensamientos sobre el papel.
“Resultó ser un verano húmedo y desagradable, y la lluvia incesante a menudo nos confinaba en casa durante días.” Como buenos románticos, amábamos la naturaleza, estábamos fascinados por los avances de la ciencia y adorábamos las historias de terror gótico.
Cayeron en nuestras manos algunos volúmenes de historias de fantasmas, traducidas del alemán al francés, entre ellas un ejemplar de la llamada “Fantasmagoriana”… Los recuerdos están tan frescos en mi memoria como si los hubiera leído ayer. Ese encierro forzoso en Villa Diodati es el caldo de cultivo inmediato de la invención.
La noche del domingo 16 de junio de 1816 dijo lord Byron «Escribiremos cada uno una historia de fantasmas», y su proposición fue aceptada. Éramos cuatro: Él -Lord Byron-, su amigo, médico de cabecera y secretario personal John William Polidori; mi futuro esposo Percy Shelley y yo… Esa fue la noche en que engendré al monstruo…
Narrador: – El 17 de junio John Polidori ya anota que “las historias de fantasmas han sido iniciadas por todos menos por mí”, lo que fija que el reto estaba en marcha. Para Mary Shelley el período de gestación fue doloroso en sus inicios y culminó el 17 de abril de 1817. Eso son unos 305 días.
La Copia en limpio para imprenta: fue preparada de mediados de abril, a mediados de mayo de 1817; pasa a tres tomos en ese proceso…
Mary: – Yo me afané en pensar una historia: una historia que rivalizara con aquellas que nos habían animado a abordar esta empresa; Una que hablase a los temores misteriosos de nuestra naturaleza y despertara un horror estremecedor; una historia que hiciese mirar alrededor suyo al lector asustado, le helase la sangre y le acelerase los latidos del corazón. Si no lograba esas cosas, mi historia de fantasmas sería indigna de tal nombre. Pensé y medité… pero sin resultado…
Sentía esa vacía incapacidad de invención que es la mayor desdicha del oficio de escribir, cuando la penosa Nada responde a nuestras ansiosas invocaciones…
«¿Has pensado ya una historia?» —me preguntaban cada mañana; y cada mañana me veía obligada a responder con una mortificante negativa.
Narrador: – Mary Shelly escribe en su introducción a la edición posterior de 1831: La invención consiste en la capacidad de aprehender -es decir: atrapar, capturar-, las posibilidades de un asunto y en el poder de moldear y dar forma a las ideas que éste sugiere.
Mary: – Muchas y largas fueron las conversaciones entre lord Byron y Shelley, a las cuales yo asistía devota, aunque casi siempre en silencio. En una de ellas se discutieron varias doctrinas filosóficas y, -entre otras-, la naturaleza del principio vital y si había alguna posibilidad de que llegase a descubrirse tal principio y conferirlo a la materia inerte…
Narrador: – Cuando Mary escribe “el principio vital” está nombrando -la incógnita científica sobre QUÉ hace viva a la materia– una incógnita que su novela convierte en dilema ético: no solo “cómo dar vida”, sino qué responsabilidad asume quien la otorga.
Mary: – Quizá podía reanimarse un cadáver; el galvanismo había dado pruebas de tales cosas y, desde luego, se habló de que tal vez las partes que habían conocido una vida anterior fueran reunidas de nuevo, ensambladas y vivificadas con el calor vital.
La noche avanzó durante la charla e incluso ya había pasado la hora de las brujas, antes de que nos retirásemos a descansar cada uno a su cuarto, para pensar o para dormir. Cuando apoyé la cabeza sobre la almohada, no me dormí, aunque tampoco puedo decir que pensaba.
Me puse a reflexionar si no podría yo también, en mi narración, reunir el terror a la vez físico y metafísico que tanto nos había inquietado, y hacer que se afianzara con un solo golpe en el corazón del lector. Si yo, como autora, no conseguía asustarme a mí misma, difícilmente asustaría a otros.
Narrador: – La semilla empezaba a germinar en aquélla mente hinchada de ideas, de los conocimientos de la época, de los fantasmas que merodeaban en su cabeza…
Mary: – Mi imaginación, desbocada, me presentó de pronto una imagen aterradora… vi con los ojos cerrados, pero con vívida visión mental, a un pálido estudiante de artes profanas, de rodillas junto al ser que había ensamblado… Vi al horrendo fantasma de un hombre extendido y que luego, tras la obra de algún motor poderoso, éste cobraba vida, y se ponía de pie con movimiento torpe y poco natural…
Debía de ser espantoso, pues supremamente espantoso sería el resultado de todo esfuerzo humano por imitar el prodigioso mecanismo del Creador del mundo. El éxito aterraría al propio artista; huiría horrorizado de su odiosa obra.
Una noche terriblemente espantosa; para los ojos que dormían, sueños tan espantosos no eran raros; pero yo, despierta, los vi no como sueños, sino como premoniciones. Temía mirar; temía que, al abrir los ojos, me encontrase con aquella cosa horrenda junto a mi cama; que, descorriendo mis cortinas, me observara con sus ojos amarillos, acuosos, aunque inquisitivos.
Abrí los míos con terror. La idea se apoderó de tal modo en mi mente, que me recorrió un escalofrío de miedo, y quise cambiar la imagen macabra de mi fantasía por las realidades a mi alrededor. Aún las veo: la misma habitación, el oscuro parquet – ese suelo de madera con diseños geométricos -, las contraventanas cerradas, con la luz de la luna forcejeando por entrar, y aquella sensación de que, más allá, estaban el lago vítreo y los altos Alpes blanqueados por la nieve. No pude librarme con tanta facilidad de mi horrible fantasma: seguía persiguiéndome en mi imaginación. Debía intentar pensar en otra cosa.
Narrador: – Ciertamente Mary Shelly sufrió en vida y con los ojos abiertos la pesadilla que ella misma creaba…
Mary: – Volví a mi historia de fantasmas —¡Mi pesada, mi desdichada historia de fantasmas!—… ¡Oh, si al menos pudiera urdir una que asustase a mi lector como yo misma había sido asustada aquella noche!
Rápida como la luz —y tan alentadora— fue la idea que irrumpió entonces en mí:.. «¡La tengo!…Lo que me ha aterrado a mí aterrará a los demás; sólo necesito describir el espectro que ha visitado mi almohada a medianoche»… A la mañana siguiente anuncié que había pensado una historia. Comencé ese mismo día con las palabras: «Era una noche lúgubre de noviembre», limitándome estrictamente a transcribir los tremendos terrores de mi sueño en vela.
Narrador: – La obra de terror asomaba ya la cabeza y venía al mundo para horrorizar a nosotros los mortales vivos…
Mary: – Al principio no pensé sino en unas pocas páginas, en un breve relato; pero Shelley me instó a desarrollar la idea con mayor amplitud…
Ciertamente no debo a mi esposo la sugerencia de una sola idea, ni siquiera de un sentimiento; y, sin embargo, de no ser por su estímulo, jamás habría tomado la forma con que se presentó al mundo…
Mi esposo, por su parte, desde el principio tuvo gran empeño en que yo me mostrase digna de mi ascendencia y grabara mi nombre en la página de la fama.
Narrador: – y ¡Así es!… El nombre de Mary W. Shelley estará grabado a fuego hasta el final de los tiempos… La criatura vio la luz en forma de novela impresa el jueves 1 de enero de 1818 — Primera edición -publicada en Londres, Inglaterra-. Fue una publicación anónima en tres volúmenes y con un prefacio escrito pero no firmado de Percy Shelley y dedicatoria a William Godwin -el padre de Mary-.
El hecho de que se hiciera anónimamente da una idea de lo escandalosa que resultaba incluso para su propia autora, que diría años después:
Mary: – “¿Cómo pude yo, entonces una muchacha joven, idear y explayarme en una idea tan horrible?».
Narrador: – En 1831, reescribió la historia por completo hasta conseguir la versión definitiva que ha llegado hasta nuestros días… La edición revisada de 1831 apareció el lunes 31 de octubre de 1831 (Serie Standard Novels nº 9, también publicada en Londres). Es la primera edición en un solo volumen y ahora con el nombre y la nueva “Introducción” de Mary Shelley.
Mary: – Y ahora, una vez más, envío a mi horrenda criatura a que vaya al mundo y que prospere. Siento afecto por ella, pues fue el retoño de días felices, en que la muerte y el dolor no eran más que palabras que no encontraban verdadero eco en mi corazón…
Añadiré una sola palabra sobre las alteraciones que he hecho. Principalmente son de estilo. No he cambiado ninguna parte del relato, ni he introducido nuevas ideas o circunstancias.
Narrador: – De esta forma, entre historias de fantasmas, experimentos y lecturas, el encierro fructificó generosamente el día que Lord Byron propuso que cada miembro del grupo escribiera una historia de terror. Así se hizo, y el resultado fueron dos obras maestras de la literatura fantástica: El vampiro, de John William Polidori –la historia de un seductor aristócrata que deja sin sangre a todas las mujeres que caen en sus redes, –y antecedente del Drácula de Bram Stoker (1897)–, y desde luego Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley.
De regreso a Londres tras un viaje por el continente, Mary comenzó a sufrir los primeros síntomas de la enfermedad, un tumor cerebral, que acabaría por llevarla a la tumba el 1 de febrero de 1851. Tras su fallecimiento, cuando sus allegados revisaron sus pertenencias encontraron, envuelto en seda y junto con el poema de Percy B. Shelley“Adonáis”, el corazón del que había sido su esposo y mentor. Tal vez lo conservó en espera de que, algún día, un VÍctor Frankenstein de carne y hueso le devolviera su latido.
Texto por
Andrés Bermea
Adaptación basada en textos de dominio público de la Introducción de Mary W. Shelley a la novela FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO editada en 1831.
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Guillermo del Toro, Oscar Isaac y Jacob Elordi presentan Frankenstein en una tarde gótica dedicada a sus fanáticos mexicanos
El ganador del Oscar, Guillermo del Toro regresó a la capital mexicana para presentar al nuevo integrante de su familia de monstruos. La celebración de Frankenstein que se realizó la tarde del lunes 3 de noviembre en el Colegio de San Ildefonso reunió a los fanáticos del director mexicano, y los protagonistas de la película, Oscar Isaac y Jacob Elordi, en una memorable tarde llena de emoción, furor y admiración.
El antiguo hogar del arte, la ciencia y el pensamiento, San Ildefonso, fue testigo de una historia que reflexiona sobre la creación, la soledad y el anhelo de ser comprendido. Por la alfombra roja desfilaron las principales almas detrás de este cuento gótico así como celebridades y talento nacional. El cineasta, con su ya característico carisma, se acercó a convivir con decenas de fans en un momento lleno de emociones y muestras de cariño.
Guillermo del Toro comentó que “Me emociona más allá de las palabras el poder estar en mi país presentando Frankenstein, un proyecto que desee realizar desde que comencé a soñar con traer a la vida seres fantásticos. Creo firmemente que para estar ante la presencia del arte necesitamos arriesgarnos y para mí, el reto de adaptar una de las historias que creo más fundamentales dentro de toda la historia del cine, fue un riesgo que valió la pena correr. No sólo a nivel personal sino también a nivel artístico, esta película es un momento monumentalmente definitivo en mi vida. Esta historia sobre el perdón, la paternidad y la búsqueda de un lugar en el mundo habla el lenguaje más universal; el de ser humano.”
Posterior a la proyección de la película en el anfiteatro Simón Bolívar, Guillermo del Toro, Oscar Isaac, Jacob Elordi y Ted Sarandos, CO-CEO de Netflix, participaron en una conversación donde Oscar Isaac compartió cómo surgió la idea en Guillermo para que él interpretara a su personaje: “Cuando nos reunimos en casa de Guillermo hace tres años, nunca me imaginaba que me fuera a proponer darle vida a Víctor Frankenstein. Todo inició con una conversación muy íntima sobre nuestros padres, de su dolor y la religión… al momento de verlo reflejado en un guión y después de haberlo leído acabamos en lágrimas pues se sentía tan personal, estábamos hablando de nuestras historias.” Por su parte el joven actor australiano quien da vida a la criatura compartió sobre su experiencia durante el rodaje: “El proceso de filmación de la película fue un desafío tanto físico como mental que fue relegado a un segundo plano pues fue una gran alegría que todos compartimos día a día.”
Como anteriormente Guillermo la ha dicho, esta película fue el sueño de toda su vida hecho realidad; la sala se enterneció profundamente cuando comentó “Con Jacob hubo un momento muy hermoso, cuando entró a la cabaña, lo tomé de la mano y en ese momento sentí que la criatura que yo había visto de niño acababa de entrar a mi set”. Por su parte, Ted Sarandos, destacó la importancia de una producción tan ambiciosa y visualmente impresionante como Frankenstein, destacando que México tiene a un genio del cine y destacó que
“los filmes de Guillermo han trascendido México y han conquistado el mundo”.
Frankenstein se puede ver en Netflix desde el viernes 7 de noviembre.
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Diane Keaton ha fallecido este sábado a los 79 años de edad, tal y como ha informado la revista People en exclusiva. La legendaria actriz ha muerto en California y, de momento, no se conocen más detalles. Su familia ha pedido privacidad en este momento tan complejo para ellos. Keaton saltó a la fama en la década de 1970 gracias a su papel en las películas de El padrino y a sus colaboraciones con el director Woody Allen. Ganó el Óscar a la mejor actriz por Annie Hallen 1977. Su larga carrera incluye películas como El club de las primeras esposas, múltiples colaboraciones con la directora Nancy Meyers y la franquicia El club de lectura. La actriz nació en Los Ángeles en 1946 como Diane Hall y era la mayor de cuatro hermanos. Su padre era ingeniero civil, mientras que su madre era ama de casa.
Originaria de Los Ángeles, California, donde nació en 1946, Diane Keaton saltó a la fama tras participar en la película El Padrino, de 1972, bajo la dirección de Francis Ford Coppola, y donde interpretó el papel de Kay, aunque ya había participado en distintas producciones de televisión con pequeños papeles desde 1970.
Diane Hall —su verdadero nombre— adoptó el apellido de soltera de su madre, Keaton, cuando decidió lanzarse al teatro.
Diane Keaton 1946-2025 (Getty Images)
Su carrera comenzó en Broadway con la obra Hair, pero su destino cambió cuando Woody Allen la eligió para Play It Again, Sam (1972, conocida en México como Sueños de un seductor), donde se estableció la química de la pareja que, del escenario se trasladó al cine, con lo que dio inicio a una de las duplas más memorables del cine no comercial de Hollywood.
Diane Keaton: la musa de Woody Allen y eterna rebelde de Hollywood
Su consagración llegó en 1977 con Annie Hall, por la que ganó el Oscar a Mejor Actriz. La película redefinió la comedia romántica y consolidó un nuevo tipo de heroína, al mostrar un personaje neurótico, encantador y con un look poco convencional.
Ese personaje, que mezclaba frescura, torpeza y sofisticación, marcó a toda una generación de mujeres que vieron en Keaton un modelo de libertad y autoexpresión, alejado de las convenciones de las “leading ladies” hollywoodenses.
Diane Keaton (Getty Images)
Diane Keaton, una actriz que desafió los géneros
Diane Keaton, sin embargo, nunca fue sólo “la musa de Woody Allen”. Antes y después de Annie Hall, trabajó con otros consagrados como Francis Ford Coppola, quien la dirigió en El Padrino (1972) y sus secuelas, donde interpretó a Kay Adams, la esposa del atormentado Michael Corleone (Al Pacino).
Años más tarde, bajo la dirección de Warren Beatty en Reds (1981), interpretó a la periodista Louise Bryant, un papel por el que fue nominada nuevamente al Oscar. También brilló en Marvin’s Room (1996), The First Wives Club (1996, junto a Bette Midler, Goldie Hawn y Sarah Jessica Parker), Something’s Gotta Give (2003) —junto a Jack Nicholson, con quien demostró que la sensualidad no tiene fecha de caducidad— y Book Club (2018), un éxito inesperado que la reconectó con nuevas generaciones.
Diane Keaton (Getty Images)
La mirada de Diane Keaton detrás de la cámara
Keaton también exploró el lado más íntimo del cine desde la dirección. En Heaven (1987) experimentó con el formato documental para reflexionar sobre la vida después de la muerte, mientras que en Unstrung Heroes (1995) retrató con ternura y humor las complejidades familiares.
Activismo y autenticidad
Fiel a sí misma, Diane Keaton supo utilizar su fama con un propósito. Fue una activista comprometida con la preservación arquitectónica de Los Ángeles, donde restauró casas históricas con su particular estética, una mezcla entre el estilo californiano, lo industrial y lo romántico.
Además, fue una voz activa en temas de adopción, equidad de género y envejecimiento con dignidad, sin caer nunca en el cliché del discurso hollywoodense. Adoptó a dos hijos en solitario, Dexter y Duke, y habló abiertamente sobre cómo la maternidad transformó su vida: “Tuve que esperar a convertirme en una mujer para poder ser madre”, dijo en una entrevista hace años.
El estilo de Diane Keaton: una revolución silenciosa
Si su talento la convirtió en una leyenda hollywoodense, el estilo de Diane Keaton la volvió inmortal. Con sus trajes oversize, camisas blancas abotonadas hasta el cuello, fedoras, guantes y una paleta en blanco y negro, Diane reinventó el poder de la individualidad.
El estilo inconfundible de Diane Keaton que surgió en ‘Annie Hall’ (Especial)
Lo que empezó como un gesto intuitivo en los años setenta —cuando usó su propia ropa para Annie Hall— terminó por convertirse en su sello personal y en un símbolo cultural por el que siempre será recordada.
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Robert Redford, el apuesto actor y director ganador del Oscar que rechazó su estatus de galán de Hollywood para defender causas cercanas a su corazón, murió este martes, según supo CNN. Tenía 89 años.
Conocido por sus papeles protagónicos en “Butch Cassidy and the Sundance Kid” y “All the President’s Men”, Redford también dirigió películas galardonadas como “Ordinary People” y “A River Runs Through It”.
Pese a que inició su carrera de actor en 1960, interpretando a un pequeño papel en la serie televisiva “Maverick”, Redford obtuvo su único premio Oscar en el rol de director en 1981, por la película “Ordinary People”. Y en 2002 recibió un premios Oscar honorario por su labor como creador del Festival de Cine Indpendiente de Sundance.
Redford también fue nominado como intérprete al premio Oscar en la categoría de mejor actor principal en 1974 por “The Sting”. En 1995 fue nominado doblemente al premio Oscar como director y productor de la película “Quiz Show”.
Su pasión por el arte cinematográfico lo llevó a crear el Instituto Sundance, una organización sin fines de lucro que apoya el cine y el teatro independiente y es conocida por su festival anual, el Festival de Cine de Sundance.
Redford también fue un ambientalista comprometido, se mudó a las montañas de Utah en 1961 y lideró esfuerzos para preservar el paisaje natural del estado y del oeste estadounidense.
Quién fue Robert Redford, el galán de Hollywood pionero del cine independiente y defensor del medio ambiente
Robert Redford, el fallecido actor, director y activista ambiental, protagonizó clásicos de Hollywood, ganó un Óscar como director y fundó el Festival de Sundance, dejando un legado que transformó el cine independiente y la defensa del medio ambiente.
Conocido por sus papeles protagónicos en “Butch Cassidy and the Sundance Kid” y “All the President’s Men”, Redford también dirigió películas galardonadas como “Ordinary People” y “A River Runs Through It”. Su pasión por el arte cinematográfico lo llevó a crear el Instituto Sundance, una organización sin fines de lucro que apoya el cine y el teatro independientes y es conocida por su Festival de Cine anual.
Redford también fue un ambientalista comprometido; se mudó a las montañas de Utah en 1961 y lideró los esfuerzos para preservar el paisaje natural del estado y el Oeste estadounidense.
Redford actuó hasta bien entrada su vejez, reuniéndose con Jane Fonda en la película de Netflix de 2017 “Nuestras almas en la noche”. Al año siguiente, protagonizó “El viejo y la pistola” a los 82 años, una película que, según él, sería la última, aunque afirmó que no consideraría retirarse.
“Para mí, jubilarse significa dejar algo o renunciar a algo”, declaró a CBS Sunday Morning en 2018. “Hay una vida que vivir, ¿por qué no vivirla tanto como puedas y durante tanto tiempo como puedas?”
Ese mismo mes, el hijo de 58 años de Redford falleció de cáncer.
David James Redford, el tercero de los cuatro hijos de Robert Redford y su exesposa Lola Van Wagenen, siguió los pasos de su padre como activista, cineasta y filántropo.
Una juventud inquieta
Nació en Santa Mónica, California, cerca de Los Ángeles, en 1936. Su padre trabajaba largas jornadas como lechero y contador; tiempo después toda la familia se mudaría a una casa más grande en la cercana Van Nuys.
“No lo veía mucho”, recordó Redford sobre su padre en “Inside the Actor’s Studio” en 2005.
Como su familia no podía permitirse una niñera, Redford pasaba horas en la sección infantil de la biblioteca local, donde se fascinó con libros de mitología griega y romana.
Sin embargo, Redford no era precisamente un estudiante modelo.
“No tenía paciencia… no me inspiraba”, recordó Redford. “Me interesaba más experimentar y aventurarme más allá de los parámetros en los que crecí”.
Atraído por las artes y los deportes, y por una vida fuera de la extensa Los Ángeles, Redford obtuvo una beca para jugar béisbol en la Universidad de Colorado en Boulder en 1955. Ese mismo año, falleció su madre.
“Era muy joven, ni siquiera tenía 40 años”, dijo.
Redford dijo que su madre “siempre me apoyó mucho (en mi carrera)”, incluso más que su padre.
“Mi padre creció durante la Depresión y tenía miedo de arriesgarse… así que quería que yo siguiera el camino recto y estrecho, algo que no estaba destinado a seguir”, dijo. “Mi madre, hiciera lo que hiciera, siempre me perdonaba y me apoyaba, y sentía que podía hacer cualquier cosa.
“Cuando me fui a Colorado y ella falleció, me di cuenta de que nunca tuve la oportunidad de agradecerle”.
Redford pronto recurrió a la bebida, perdió su beca y finalmente le pidieron que dejara la universidad. Trabajó como peón para la Standard Oil Company y ahorró sus ganancias para continuar sus estudios de arte en Europa.
“Vivía al día, pero no importaba”, dijo Redford sobre su estancia en Europa. “Quería esa aventura. Quería la experiencia de ver cómo eran otras culturas”.
Nace una estrella
Cuando regresó a Estados Unidos, Redford comenzó a estudiar teatro en la Academia Americana de Artes Dramáticas de Nueva York.
Tímido y reservado, Redford dijo que no encajaba con los demás estudiantes de teatro, quienes ansiaban demostrar sus habilidades actorales. Tras una actuación frente a su clase con un compañero que terminó en frustración y desastre, Redford contó que su profesor lo apartó y lo animó a seguir actuando.
En 1959, Redford se graduó de la academia y consiguió su primer papel como actor en un episodio de “Perry Mason”. Su carrera actoral fue “cuesta arriba a partir de ahí”, dijo.
Su gran oportunidad como actor llegó en 1963 cuando protagonizó “Descalzos por el parque” de Neil Simon en Broadway, un papel que luego repetiría en la gran pantalla con Jane Fonda.
Por aquella época, Redford se casó con Lola Van Wagenen y formó una familia. Su primer hijo, Scott, falleció a causa del síndrome de muerte súbita del lactante a los pocos meses de nacer en 1959. Shauna nació en 1960, David en 1962 y Amy en 1970.
Mientras su carrera como actor despegaba, Redford y su familia se mudaron a Utah en 1961, donde compró casi una hectárea de terreno por tan solo US$ 500 y construyó una cabaña él mismo.
“Descubrí la importancia de la naturaleza en mi vida y quería estar donde la naturaleza era extrema y donde creía que podría ser eterna”, declaró a CNN.
Redford se hizo un nombre como protagonista en 1969 al protagonizar junto a Paul Newman, ya una gran estrella, “Butch Cassidy and the Sundance Kid”. Este western sobre una pareja de forajidos ganó cuatro Premios Oscar.
Redford dijo que “siempre estará en deuda” con Newman, a quien le atribuyó haberle ayudado a conseguir el papel. Los dos actores tuvieron una gran química en pantalla, se hicieron amigos para toda la vida y se reencontraron en “El Golpe” en 1973, que ganó el premio Oscar a la mejor película.
Un protagonista reticente
Redford protagonizó una serie de películas de éxito a lo largo de la década de 1970: “Jeremiah Johnson”; “Tal como éramos”, coprotagonizada por Barbra Streisand; “El gran Gatsby”; y con Dustin Hoffman en “Todos los hombres del presidente” de 1976, sobre el escándalo de Watergate.
Tras colaborar con el director Sydney Pollack en “Jeremiah Johnson”, Redford luchó con el estudio para que la película se hiciera como él quería, un precursor de su carrera como director y en su apoyo al cine independiente.
“Fue una batalla desde el principio”, declaró Redford a “Inside The Actor’s Studio”. “El estudio nos dijo: ‘Tienes US$ 4 millones, guárdalos en el banco de Salt Lake City, puedes rodar donde quieras, pero ya está’”.
Con diálogos sencillos y una escenografía impresionante, la película cuenta la historia de un veterano de la Guerra de México que abandonó el campo de batalla para sobrevivir como trampero en el Oeste americano.
Se estrenó más de tres años después de su realización porque, según Redford, el jefe de ventas del estudio pensó que la película era “tan inusual” que no encontraría público.
“Jeremiah Johnson” terminó recaudando casi US$ 45 millones. No fue la única vez que la pasión de Redford por el arte cinematográfico lo enfrentó a los estudios que financiaron su trabajo.
“Lo triste con lo que tienes que lidiar, como cineasta, es con las opiniones preconcebidas sobre lo que funciona o no”, dijo Redford. “Las películas de deportes no funcionan, las películas políticas no funcionan, las películas sobre la prensa no funcionan, así que he hecho tres”.
Redford debutó como director en 1980 con “Gente corriente”, un drama sobre una familia suburbana infeliz que ganó el Premio de la Academia a la Mejor Película y otro para él como Mejor Director. Continuó protagonizando películas de éxito como “El Natural” en 1984, que abordó su pasión por el béisbol, y “Una propuesta indecente” de 1993, que lo emparejó con una Demi Moore mucho más joven.
Posteriormente dirigió la película de 1993 “Un río lo atraviesa”, que ganó tres Premios Oscar, “Quiz Show” de 1994 y “El hombre que susurraba a los caballos” en 1998, que también protagonizó.
De gran atractivo físico, Redford fue elegido a menudo como el protagonista romántico en películas como “Memorias de África” en 1985, pero no siempre se sintió cómodo con la etiqueta.
“No me veía como me veían los demás y me sentía un poco atrapado porque no podía salir del molde de… un protagonista guapo”, dijo. “Era muy halagador, pero me resultaba restrictivo… así que me llevó muchos años liberarme de eso”.
Un impacto duradero
La pasión de Redford por el medio ambiente y el cine independiente se fusionaron cuando fundó el Instituto Sundance en 1981. Esta organización sin fines de lucro apoya la toma de riesgos y las nuevas voces en el cine estadounidense, así como el teatro. El resort Sundance de Redford, ubicado en un cañón sobre Provo, Utah, organiza talleres anuales para dramaturgos y guionistas.
Cada año, el instituto de Redford celebra el Festival de Cine de Sundance en Utah, la mayor muestra anual de cine independiente en Estados Unidos. Muchos jóvenes cineastas tuvieron su gran oportunidad en Sundance, entre ellos Steven Soderbergh con “Sexo, mentiras y video” en 1989, Quentin Tarantino con “Reservoir Dogs” en 1992 y Ryan Coogler con “Fruitvale Station” en 2013. El impacto de toda la vida de Redford en la industria cinematográfica fue reconocido en 2002 con un Oscar honorífico.
“Quiero aprovechar al máximo lo que me han dado”, le dijo Redford a Christiane Amanpour de CNN en 2015. “Sigues esforzándote, pruebas cosas nuevas y eso es estimulante”.
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